Las protestas sacuden al régimen de Túnez y suman otros 14 muertos
El presidente Ben Alí saca al Ejército a la calle para proteger edificios públicos
¿Cuántos muertos ha habido en Túnez en las 24 horas más sangrientas desde que hace casi un cuarto de siglo Zine el Abidine Ben Alí accedió a la jefatura del Estado? El Ministerio del Interior reconoció anoche que los disparos policiales habían acabado con la vida de 14 tunecinos y herido a una decena, pero la pequeña oposición parlamentaria eleva esa cifra a al menos 20.
Los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden, que empezaron hace más de tres semanas, continuaron ayer y, probablemente, lo harán también hoy.
Varias ramas de la Unión General del Trabajo de Túnez (UGTT), el sindicato único, convocaron huelgas para hoy. Los maestros de escuela anunciaron, por ejemplo, que se echarán a la calle para "reclamar el fin de la represión y de la opresión que practica el Gobierno tunecino".
La oposición indica que hay al menos 20 fallecidos y varios heridos muy graves
Un tunecino se ha suicidado en público y otros tres lo han intentado
Interior explicó que en varios lugares, cómo por ejemplo en Kasserine, a 290 kilómetros al sur de Túnez, las fuerzas del orden empezaron "disparando al aire, pero los disturbios continuaron y la policía tuvo que actuar en legítima defensa".
El grueso de muertos se produjeron en Kasserine, Thala y Regueb y se elevan a "al menos 20", según declaró a la agencia AFP Ahmed Nejib Chebbi, líder del Partido Democrático Progresista, una formación legal de oposición.
Chebbi cree que el número de fallecidos aumentará aún más porque "hay muchos heridos graves". Hay también, según Interior, "numerosos policías heridos, "tres de ellos en estado crítico".
Fuentes sindicales señalaron a AFP que los manifestantes muertos el fin de semana se elevan ya a 35 y la exiliada Sihem Bensedrine afirmó en Radio Kalima, emisora de la oposición en Internet, que ascienden a medio centenar porque hay también manifestantes abatidos en Feriana y Meknassi.
Ahmed Nejib Chebbi lanzó un llamamiento al presidente Ben Alí para que la policía deje ya de abrir fuego y a él se sumó la Unión Democrática Unionista, otro partido legal, pero hasta ahora afín al régimen. Su líder, Ahmed Inoubli, condenó, en un comunicado, los disparos de la policía y exigió su cese.
Ben Alí no les ha hecho caso y, en cambio, ha recurrido al Ejército que se ha desplegado en varias localidades del centro del país empezando por Kasserine "para proteger edificios públicos e infraestructuras estatales", según escribe un bloguero de esa ciudad. Por ahora no participa en la represión de los cortejos de protesta.
TV 7, la televisión pública, mostró anoche durante media hora imágenes de gobiernos civiles, sedes de partidos y comercios destruidos por la revuelta intercaladas con entrevistas de transeúntes que deploraban los destrozos. Después apareció Ben Alí que recibía a sus ministros para, según una voz en off, instarles a crear rápidamente empleos para los jóvenes. La respuesta ante el descontento popular parece más bien escasa.
La revuelta, que no es solo juvenil, empezó en el más desarrollado de los países del Magreb el 17 de diciembre con la inmolación en Sidi Bouzid de un vendedor ambulante, Mohamed Bouazizi, informático de 26 años. Los agentes le volcaron un carro repleto de frutas y hortalizas para sancionarle por carecer de autorización para la venta.
Desde entonces se han producido por contagio al menos tres intentos de suicidios públicos en Sidi Bouzid y en Kasserine en un país musulmán cuya religión prohíbe quitarse la vida como recordaba Omar Batikh, el mufti de la República, la más alta autoridad religiosa, en el diario As Sabah. "Alá ordena a sus sujetos no matarse porque solo él puede quitar y dar la vida", afirma. En Ariana, cerca de la capital, un estudiante de bachillerato sí logró acabar con su vida el 5 de enero.
Poco a poco el régimen tunecino recupera el control de las webs de instituciones públicas que fueron atacadas por Anonymous, el mismo grupo de hackers que la emprendió en diciembre con los adversarios de Julian Assange, el fundador de Wikileaks.
El diario tunecino Le Temps señaló ayer que un rapero, Hamada Ben Amor, cuyo nombre artístico es El General, y varios blogueros disidentes fueron liberados el fin de semana, pero dos permanecen detenidos porque se les considera sospechosos de haber lanzado llamamientos al saboteo de las webs oficiales que fueron atendidos por Anonymous.
La matanza del fin de semana en Túnez no suscitó ninguna reacción por parte de la Unión Europea ni de los Gobiernos y partidos políticos del sur de Europa. En España el PSOE no se ha pronunciado mientras que el coordinador de relaciones internacionales del Partido Popular, Jorge Moragas, denunció ayer en su blog el silencio del Gobierno español ante los ataques a las minorías cristianas en Irak y Egipto, pero no mencionó los sucesos de Túnez.
El único Gobierno occidental que ha propinado un tirón de orejas al régimen de Ben Alí fue el de EE UU como reveló, el viernes, el portavoz del Departamento de Estado.
Argelia: cinco fallecidos y 826 heridos
El régimen argelino logró atajar la revuelta juvenil adoptando, el sábado por la noche, una retahíla de medidas económicas (supresión de aranceles e impuestos) que deberían recortar en un 41% el precio del azúcar y del aceite.
Argelia vivió ayer, domingo, día laborable, su primera jornada relativamente tranquila desde principios de la semana pasada. Los comercios reabrieron en la docena de ciudades donde se habían producido tumultos, y la circulación de los ferrocarriles, interrumpida para evitar que sean apedreados, se reanudó con normalidad.
El diario El Watan solo señalaba en su web ayer al anochecer enfrentamientos en Ain Hadjel, en la comarca de Msila, a 300 kilómetros al sur de Argel. Tras enterrar a un joven muerto, unas 6.000 personas reclamaron la liberación de los manifestantes detenidos.
El ministro del Interior argelino, Daho Ould Kablia, proporcionó, ayer a mediodía, un balance de los disturbios a través de la agencia de prensa oficial APS.
Hubo, según él, tres muertos durante la revuelta, dos de ellos en circunstancias no aclaradas -uno de ellos en Msila- y el tercero apareció carbonizado en un hotel de Boumerdes al que los manifestantes prendieron fuego. También hay unos mil detenidos, muchos de ellos menores de edad.
Después de la intervención ministerial, el diario El Watan señaló que se habían registrado otros dos muertos, el dueño de una cafetería de Tiaret, alcanzado por una bala en la cabeza, y un policía de paisano en la región de Cabilia. El número de muertos total asciende a cinco.
El brusco aumento del precio de los productos de primera necesidad impulsó a los jóvenes a echarse a las calles para protestar. Kablia reconoció que el encarecimiento "inquietó" a todas las capas sociales, pero las manifestaciones no guardan, según él, "ninguna relación con temas socioeconómicos".
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