Un 'cowboy' para un país petrolero
Salva Kir, el líder secesionista, es muy pragmático y buen estratega militar
Salva Kir Mayardit, de 60 años, tiene todas las cartas para convertirse en el primer presidente del futuro Estado de Sudán del Sur, el país número 54 de África. Su dilatada biografía le da de sobra para ello. Luchó desde los 17 años en las guerras contra el Norte y llegó a ser comandante del Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán (SPLA). En 2005, tras la muerte en un accidente de helicóptero del otro gran héroe del país, John Garang, Salva Kir tomó el relevo y fue nombrado vicepresidente de Sudán. Poco después dejó el cargo para hacerse con la presidencia de la región autónoma.
Pero Salva Kir no siempre ha mostrado la entereza que se le supone a los líderes de un pueblo y a los padres de una nación. En los últimos años, por ejemplo, se ha mostrado dubitativo sobre el referéndum de secesión. Algunas de sus declaraciones suenan extrañas después de haberle visto dar el sí a la secesión ante miles de personas. "Trabajaré para que la unidad de Sudán sea atractiva para la gente del sur", dijo tras ser nombrado.
Kir pertenece a la etnia dinka, la mayoritaria en el territorio sureño
Con 60 años, ha luchado desde los 17 contra las fuerzas de Jartum
En 2009, sin embargo, utilizó algunas palabras de su antecesor para señalar que el referéndum era una oportunidad histórica. "O vivir en tu propio país como un ciudadano de segunda clase o como un hombre libre en un Estado independiente", afirmó. Aun así, hasta hace poco, el Gobierno de Sudán tenía claro que Salva Kir apostaría por la unidad. Sin embargo, en los últimos meses, el líder de los sudaneses del sur decidió manifestar públicamente su apoyo el referéndum. Según él, porque "el Gobierno de Sudán no había hecho atractiva la unidad".
Nacido en 1951, Salva Kir es de la etnia dinka, la mayoritaria en Sudán del Sur. Es sobre todo un militar metido a político que durante cinco años ha sabido mantener la paz gracias a un buen entendimiento con el norte. Su figura está más cerca de la del político pragmático que defiende sus intereses que de la imagen de intelectual visionario que proyectaba Garang.
Su gusto por los sombreros de cowboy se ha convertido en una marca personal que le ha hecho popular internacionalmente, en dura pugna con otro amante de los gorros raros, el presidente de Nigeria, Goodluck Johnathan. Es también muy popular entre los militares que le consideran un gran estratega militar, y aunque no es un tipo que guste de emplear demasiado la palabra puede que acabe convirtiéndose en el padre de la patria. Hay algunas actitudes que se le han criticado y que, de ser ciertas, no traerían más democracia al nuevo Estado. En las últimas elecciones en Sudán del Sur, en 2010, Kir fue reelegido con el 93% de los votos. La votación fue puesta en duda y se le acusó de haber utilizado presiones para volver a ocupar el cargo. Desde aquellos comicios, Omar al-Bashir lo volvió a situar en la vicepresidencia del país tal como estaba acordado.
Para muchos, Salva Kir ha sabido utilizar su habilidad política, sus dotes de estratega y el consenso para finalmente acabar capitaneando la consecución del referéndum. Para otros, su defensa de sus intereses en los últimos años ha demostrado que no es el hombre que debe liderar el nacimiento de la nueva nación.
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