Renault investiga a tres altos cargos por espionaje con el coche eléctrico
La multinacional francesa suspende de empleo y sueldo a los directivos tras una denuncia interna, acusados de vender a la competencia datos técnicos
El lunes pasado, después de comer, los guardias de seguridad del complejo tecnológico de Renault Technocentre, en la localidad de Guyancourt (Yvelines), invitaron a tres relevantes altos cargos de esta empresa automovilística francesa a dejar su puesto de trabajo y su ordenador. Acusados de espionaje, esto es, de vender información comprometedora y sensible, presumiblemente a la competencia, sobre el proyecto estrella de Renault, el futuro coche eléctrico, los tres directivos han sido suspendidos de empleo y sueldo mientras se resuelve la investigación, actualmente en manos del departamento jurídico, que decidirá su futuro. La empresa anunció que presentará una denuncia.
El propio ministro de Industria francés, Eric Besson, confirmó ayer el hecho en una entrevista radiofónica en la que comentó la "gravedad" de esta suerte de "guerra comercial" en la que se ha convertido el moderno espionaje industrial y anunció que piensa pedir que se refuercen las medidas de control antiespionaje en las grandes empresas galas con capital estatal.
Renault, participada en un 15% por el Estado francés, no ha querido revelar la identidad de los tres altos cargos. Pero la prensa francesa ha facilitado sus nombres, sus cargos y funciones. El primero de ellos es, según el diario Le Parisien, Michel Balthazard, de 56 años, 30 de ellos en Renault, miembro del exclusivo comité de dirección de la empresa y encargado, entre otras cosas, de proyectos relacionados con los futuros modelos de coches. El segundo es su mano derecha, Bertrand Rochette, relacionado también con la investigación, y el tercero es Matthieu Tenenbaum, adjunto al director del programa del vehículo eléctrico de Renault. Todos trabajaban en el citado complejo de Technocentre, donde se reúnen cerca de 1.700 ingenieros encargados de mejorar las prestaciones del vehículo eléctrico.
Este programa aglutina la mayor parte del esfuerzo científico e innovador de Renault, de ahí que la fuga de información sobre la materia sea particularmente dañina. Christian Husson, director jurídico del grupo, describió ayer así a la agencia France Press el incidente: "Se trata de hechos muy graves que atañen a personas que ocupaban posiciones particularmente estratégicas en la empresa". Otro portavoz añadió que el comportamiento de estos directivos "era contrario a la ética y ponía en riesgo conscientemente los activos de Renault".
En el secreto y competitivo mundo de la investigación automovilística -vital para mantener el volumen de ventas- los descubrimientos sobre el futuro coche eléctrico son cruciales. De hecho, los principales depositarios de patentes industriales en Francia son los dos principales grupos, PSA Peugeot Citroën, por un lado, y Renault, por otro.
Renault, junto con su aliado japonés Nissan, ha invertido, en este programa, cerca de 4.000 millones de euros. A mediados de este año verá sus frutos: saldrán a la calle la berlina familiar Fluence y el utilitario Kangoo Express, ambos alimentados completamente por electricidad. En dos años aparecerán también el pequeño Twizy, construido en la planta española de Valladolid, y la pequeña berlina Zoe. Renault calcula que en 2020 el 10% de su facturación provendrá de este tipo de coches.
Las sospechas sobre las operaciones desleales de estos tres altos directivos comenzaron en agosto. Entonces, una denuncia interna alertó sobre la probable venta de información exclusiva, por parte de estos directivos, a empresas o a grupos constructores de la competencia. Ya en esa fecha se reforzaron los sistemas de seguridad e informáticos de determinados departamentos de la empresa, y algunos ingenieros fueron alertados sobre la manera de pasar determinada información sensible.
Renault, que cuenta entre sus empleados a ex policías y a antiguos miembros de los servicios secretos franceses, no ha querido especificar qué datos o programas filtraron estos tres altos cargos, pero varios periódicos franceses aseguran que, probablemente, tienen que ver con una pieza vital para el funcionamiento del coche eléctrico por la que todos los constructores, ya sean franceses, japoneses, alemanes o estadounidenses, andan librando una batalla a cara de perro: las baterías eléctricas. De hecho, Balthazard, estaba encargado, entre otras cosas, del desarrollo de este componente. Otros medios galos apuntan a que la fuga ha servido en bandeja a la competencia de Renault datos reveladores y confidenciales sobre el motor de los coches eléctricos.
Otros casos de venta de secretos industriales
- General Motors acusa en 1993 a su ex ejecutivo José Ignacio López de Arriortúa, el español conocido como Superlópez, de haberse apoderado ilícitamente de documentos y de haber revelado secretos a su nueva empresa, Volkswagen. Las dos compañías firman un acuerdo amistoso en 1997 por el que la alemana se compromete a pagar 100 millones de dólares a la estadounidense y a comprar piezas de repuesto por valor de 1.000 millones de dólares. Pese a que el ejecutivo vasco fue absuelto por un tribunal alemán, EE UU llegó a pedir su extradición a España, que la denegó.
- El Departamento de Justicia de EE UU impone en mayo de 2006 una multa de 615 millones de dólares a Boeing por varios casos de espionaje industrial en los que perjudicó a sus rivales Airbus y a Lockheed Martin.
- Cinco empleados del fabricante de coches surcoreano Kia Motors, del grupo Hyundai, son detenidos en mayo de 2007 en el marco de una investigación sobre la venta a China de secretos industriales, que pudieron causar daños valorados en miles de millones de dólares a la industria de la automoción de Corea del Sur.
- Un ex empleado de Coca-Cola, Joya Williams, es condenado en mayo de 2007 a ocho años de cárcel por intentar vender secretos a su rival, Pepsi Cola.
- La Federación Internacional de Automovilismo sanciona en septiembre de 2007 a la escudería McLaren con 100 millones de dólares, la cuarta parte de su presupuesto anual, y la retirada de todos los puntos en el Campeonato del Mundo de Constructores de Fórmula-1 por haber usado información confidencial de Ferrari.
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