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Entrevista:JOSÉ JIMÉNEZ RUIZ | Jefe del Ejército del Aire y de los controladores civiles

"Reforzamos las bases por si llegaban aviones civiles debido al caos aéreo"

Miguel González

En la mesa del despacho del jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire hay dos carteles. En uno pone "General Jiménez Ruiz". En el otro, "Pepito". Este último es el apelativo que le pusieron sus compañeros de la Academia del Aire y que todavía emplean sus amigos, incluido el Rey, con el que mantiene una cariñosa relación de su larga etapa en el Grupo 45, encargado del traslado de personalidades. "Este cartel me recuerda de dónde vengo y quién soy", bromea José Jiménez (Madrid, 1946). Desde el pasado 3 de diciembre, y hasta el 15 de enero, no solo es el máximo responsable de la Fuerza Aérea, sino también de los controladores civiles que operan en centros de control y aeropuertos españoles.

"A mi gente solo le aconsejé educación, no precipitarse y sentido común"
"En 2012 podremos mantener abierto el espacio aéreo ante una emergencia"
"No ha sido sancionado ningún controlador civil. No ha habido motivo"
"Sentí preocupación y responsabilidad, pero nunca tuve ninguna duda"

Pregunta. ¿Cómo vivió la jornada del 3 de diciembre?

Respuesta. Fue un día muy largo, pero también lo recuerdo con satisfacción a nivel personal y profesional. A primera hora de la tarde, la ministra de Defensa, con la que coincidí en un acto en la base de Getafe, me advirtió de la posibilidad de que el Ejército del Aire tuviera que intervenir ante una situación que se estaba produciendo en algunas torres de control y que podía empeorar. Lo primero que hice fue crear una célula de trabajo para confeccionar un plan, y avisar a mucha gente que tenía previsto marcharse de permiso, porque ese día empezaba el puente más largo del año. Lo más importante era garantizar que, cualquiera que fuese la situación, se cumplieran las misiones específicas del Ejército del Aire: es decir, la defensa aérea y el control de los vuelos militares. También reforzamos las bases aéreas abiertas al tráfico civil para que, si llegaban aviones que no podían aterrizar en aeropuertos civiles, los pudiéramos acoger allí.

P. ¿Qué sintió entonces?

R. Primero sentí preocupación por lo que estaba pasando, como todos los españoles, y luego responsabilidad porque, lógicamente, como jefe de Estado Mayor sabía el peso que iba a recaer sobre mí. Pero lo que no tuve en ningún momento fueron dudas. Sabía que iba a tener a todo el Ejército del Aire detrás. Y que mi gente iba a responder, como así ha sido, de lo que estoy muy orgulloso. El trabajo realizado ha sido excelente.

P. Esa noche el Gobierno transfirió al Ejército del Aire el control de la circulación aérea general. ¿Qué significa eso?

R. Significa que tuvimos que asumir el control del tráfico aéreo en todo el país. Para eso teníamos que organizar, dirigir y supervisar al personal de las torres y centros de control aéreo.

P. ¿Cómo actuaron?

R. Cuando estuvo listo el decreto [de transferencia], me vine al cuartel general para poner en marcha el plan que habíamos confeccionado. Básicamente consistía en mandar gente a todos los centros de control [Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Canarias y Palma de Mallorca] y a todas las torres, empezando por las que tenían servicio las 24 horas, a las que el personal militar llegó durante la noche. Hubo otros a los que se llamó de madrugada para decirles: tienes que irte de Zaragoza a San Sebastián. Y le aseguro que la respuesta unánime, tanto ese día como en los posteriores, fue extraordinaria. A las nueve de la mañana del sábado todo el mundo estaba ya en su puesto.

P. ¿Alguna vez pensó que tendría que enfrentarse a un cierre total del espacio aéreo?

R. Es algo de lo que no hay precedentes, una situación excepcional. Pero desde el verano ya veníamos trabajando con el Ministerio de Fomento para actuar ante situaciones como las que se dieron esa tarde. Ejecutamos con rapidez el plan elaborado, y menos de 24 horas después el tráfico aéreo ya se había restablecido. Por eso quiero agradecer el esfuerzo y buen hacer del personal del Ejército del Aire y la generosidad de sus familias.

P. ¿Cómo recibieron los controladores a los militares?

R. Con corrección, no hubo hostilidad. Yo a mi gente le dije: os voy a dar solo tres normas: primero, educación; segundo, evitar precipitaciones; y por último, sentido común. No hay más. Creamos un procedimiento para que el militar en una torre o centro de control, ante una actitud que considerara incorrecta, no debiera responder de inmediato, sino con tiempo suficiente para consultar a su superior.

P. ¿En qué cambió la situación cuando, el 4 al mediodía, se declaró el estado de alarma?

R. Al principio, cuando todavía [los controladores civiles] no habían pasado a tener consideración de personal militar, la competencia era de la jurisdicción ordinaria. El militar se limitaba a vigilar que la gente estaba en su puesto y cumplía su tarea y, si advertía cualquier anomalía, levantaba un atestado ante la Guardia Civil o la Policía. Cuando entró en vigor el decreto de alarma, entregamos a cada controlador una comunicación en la que se le advertía de que había sido militarizado y estaba bajo jurisdicción militar. A partir de ese momento, cualquier incidencia se comunica por la cadena militar: se da parte al mando y este valora si puede haber delito y si lo traslada al juez togado militar territorial.

P. ¿Y ha sido necesario instruir algún expediente?

R. Desde la tarde del día 4, cuando la práctica totalidad de los controladores civiles se incorporó a su puesto, solo se han notificado dos incidencias, que según tengo entendido han sido ya archivadas tras la correspondiente investigación.

P. ¿Ha habido algún arresto?

R. No, porque no ha habido motivo. Ni el menor desaire.

P. ¿Cuántos militares han participado en el dispositivo? Se ha dado la cifra de 190.

R. Eso fue el primer día. Como no sabíamos cuánto iba a durar aquello, nombramos tres personas por puesto para mantener el servicio las 24 horas. Ahora tenemos a unos 120 militares, entre centros de control, aeropuertos y la célula del cuartel general. En total, en los 45 días, ha intervenido un millar.

P. Los controladores militares aún no tienen la licencia comunitaria ¿Cuándo podrán sustituir a los civiles?

R. Hay que diferenciar la licencia comunitaria, equivalente al carné de conducir, de la habilitación para operar en un centro de control o aeropuerto. El pasado día 21 se publicó la norma que regula el procedimiento para canjear la licencia que tienen ahora por la comunitaria. Para obtenerla, hay que cumplir tres requisitos: ser controlador, pasar un reconocimiento médico y acreditar un nivel de inglés. Luego viene la habilitación, que requiere una instrucción distinta para cada puesto. Una vez obtenida la habilitación, debe cumplirse un número de horas mínimo en ese puesto para mantenerla.

P. ¿Cuándo podrá el Ejército del Aire garantizar con sus propios controladores que no vuelve a cerrarse el espacio aéreo?

R. Es obvio que no podemos sustituir a los 2.500 controladores civiles con 280 controladores militares, ni tampoco es ese el objetivo. Lo que sí queremos lograr, siempre que dispongamos de instructores externos, es tener, en un plazo de entre un año y 18 meses, controladores suficientes para aguantar el primer golpe en una situación de emergencia. Es decir: para mantener el espacio aéreo abierto durante un tiempo, aunque sea con un volumen de tráfico menor.

P. ¿Cuánto personal hará falta para esa tarea?

R. Es difícil dar una cifra exacta. Solo para los centros de control, y para garantizar los vuelos esenciales, calculamos que serían necesarias alrededor de cien personas.

El general José Jiménez Ruiz, en su despacho del Estado Mayor del Ejército del Aire.
El general José Jiménez Ruiz, en su despacho del Estado Mayor del Ejército del Aire.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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