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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El padre

David Trueba

La representación de la figura del padre es tema habitual de la ficción. La sombra o la luz que desprende acaba por ser una metáfora del poder, el valor, la sumisión o la rebeldía, según sean los personajes representados. La ficción parte de una representación concreta para sugerir una correspondencia colectiva. Por eso hay padres de la ficción que son nuestros padres, completando de alguna manera a los propios padres reales, con una magnitud mítica.

La muerte del actor británico Pete Postlethwaite, con su rostro curtido, entre humorístico desamparo y árida violencia, nos deja un poco huérfanos. Hay tres padres en su carrera de actor que se funden en uno solo, irremplazable. El primero, por el que se dio a conocer en el mundo entero, aquel padre de barrio obrero católico, brutal y contenido, en la delicada película de Terence Davies, Voces distantes. Unos años después, fue el padre de Daniel Day Lewis en la película de Jim Sheridan sobre la manipulación policial, En nombre del padre. Y en 1996 la figura terminó de agrandarse con el padre y director de orquesta de la banda de mineros en Tocando el viento de Mark Herman.

En los tres casos la representación no pudo ser más afinada. Ya fuera por el temor que infundía, los valores que representaba o la humilde grandeza de los derrotados, Pete Postlethwaite era el padre de ficción que todos creemos haber tenido. En la secuencia final de Tocando el viento, rechaza el premio para su banda y toma la palabra para maldecir al thatcherismo, que pasó por encima de las personas en la imposición de un modelo económico de laboratorio. Es eso que se llama cine político, pero que cuando dicta ideología, subraya el discurso o lo separa de la emoción y la antipomposidad de la gran ficción, hace un flaco favor al mensaje que pretende inspirar.

Pete Postlethwaite saltó a mitad de los setenta del teatro a la televisión británica, esa que todos miramos con nostalgia por lo no vivido, pero volvió a su compañía original para representar el papel del rey Lear. Era un padre que no podía faltarle a un actor como él. Los padres de la ficción tendrán que buscarse una percha nueva, se quedan sin cara que ponerse.

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