Sakineh sale de la cárcel para criticar a los periodistas alemanes detenidos
El Gobierno iraní vuelve a utilizar a la condenada a muerte por lapidación
Sakineh Ashtianí, la iraní condenada a muerte por lapidación, obtuvo en la noche del sábado un permiso para cenar con sus hijos y para arremeter contra los dos periodistas alemanes que pretendieron entrevistar a su hijo y fueron encarcelados por supuesto espionaje. Sus declaraciones revelan la decisión del Gobierno iraní de manipular la suerte de Ashtianí, cuya sentencia desató una enorme campaña internacional de apoyo que ha colocado al régimen de los ayatolás en una difícil situación.
Ashtianí, de 43 años, aseguró que va a demandar al reportero y al fotógrafo del diario sensacionalista Bild, que entraron en Irán con visado de turista, lo que no les permitía realizar trabajos periodísticos, como la entrevista con Sajad Gaderzadeh, el hijo mayor de Ashtianí y principal defensor de la causa de su madre. "Tengo una queja sobre los dos alemanes que me han avergonzado. ¿Para qué han venido aquí? ¿Por qué han venido y actuado como periodistas?", se ha preguntado Ashtianí durante un breve encuentro con periodistas internacionales en una residencia gubernamental en la que se reunió con sus hijos. No se permitieron preguntas, solo sus declaraciones, en las que aseguró que había acudido a la cita de forma voluntaria y que quería aclarar que no ha sufrido torturas durante su tiempo en prisión. "He venido a ponerme ante las cámaras por mi propia voluntad para dirigirme al mundo: dejad de prestar atención a mi caso", afirmó.
"Los dos alemanes me han avergonzado", declaró Ashtianí
Sakineh fue condenada a muerte en 2006 por su implicación en el asesinato de su marido, con la ayuda de su amante, y a la lapidación por adúltera. Tras apelar, la primera pena quedó reducida en 2007 a 10 años de cárcel, pero la segunda fue confirmada el mismo año por otro tribunal de apelación. En julio pasado, las asociaciones de derechos humanos revelaron su caso, lo que provocó una enorme conmoción en Occidente. Numerosos Gobiernos pidieron que no se aplicase la barbarie de la lapidación. Semanas después, el Gobierno iraní indicó que la sentencia había sido "suspendida" para revisar el caso, pero "puede cumplirse en cualquier momento", según declaró en Madrid a EL PAÍS Mohammad Mostafaei, el abogado que dio a conocer el caso de Ashtianí y que se vio forzado a pedir refugio en Noruega.
Sobre el hijo de la condenada también pesa el rigor de la justicia iraní por haberse entrevistado con los reporteros alemanes. Sajad, que también se encuentra detenido y a la espera de juicio, volvió a pedir clemencia para su madre, a la que consideró culpable del asesinato de su padre, junto con su cómplice, Isa Taheri. "En mi opinión, mi madre es culpable, pero hemos perdido a nuestro padre y no queremos perder también a nuestra madre. Por lo tanto, pedimos que se conmute la pena", dijo en los 10 minutos que duró la intervención de ambos ante los periodistas internacionales.
Mientras, en Alemania, un centenar de líderes políticos y empresariales suscribieron una petición a favor de la liberación de los dos periodistas alemanes detenidos en Irán desde el pasado octubre cuando entrevistaban a Sajad. "Los dos deben ser puestos en libertad lo más pronto posible y deben regresar a casa, a Alemania", declaró el ministro de Exteriores Guido Westerwelle, uniéndose a la petición impulsada desde la oposición al Gobierno de la canciller, Angela Merkel. Los ministros de Defensa, Finanzas y Trabajo se hicieron eco de la declaración de Westerwelle.
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