Un grito que se expande
Berrogüeto afronta sus quince años de historia con el propósito de hacerse un hueco en el mercado americano - "Soñamos con jubilarnos en esta banda"
Al final todos terminamos encontrándonos con nuestra particular magdalena de Proust. Muchos de los siete integrantes de Berrogüetto percibieron ese inconfundible aroma del tiempo pretérito hace algo más de dos semanas, durante el tradicional concierto de Navidad de la Universidad de Vigo, cuando nueve cantareiras de Cantigas e Agarimos irrumpieron, sonrientes y esplendorosas con sus trajes de encaje, sobre las tablas del viejo teatro García Barbón. Imposible que aquella estampa no se les entremezclase en la memoria con la de otra noche mítica, en ese mismo lugar pero quince años atrás, cuando presentaban los temas que conformaban su álbum inaugural, Navicularia. Entonces también hubo cantareiras, sonidos de la tierra, una platea entregada y una interpretación de O mandil que terminó con el público en pie.
Solo un 20% de las copias de su último disco se vendieron fuera de Galicia
"Queremos abrir el abanico, expandirnos y colaborar con artistas afines"
Este año se irán de gira por Canadá, México y, a lo mejor, Brasil
"Las posibilidades de crecer en el resto de la península son limitadas"
"Ha sido bonito recordarlo, sobre todo porque en aquel concierto iniciático hubo, podríamos decir, mucha química", recapacita con una cerveza en la mano y algo más que retranca Quim Farinha, el violinista de la banda. Las miradas se dirigen entonces al acordeonista del grupo, Santiago Cribeiro, que ha captado la indirecta y duda entre hacerse el enfadadizo o, simplemente, enrojecer. En efecto, una de aquellas airosas muchachas con pandereta que participó en el concierto de 1996 es hoy su compañera y madre de dos churumbeles; los únicos vástagos, de momento, de la familia Berrogüetto. Por poco tiempo: Quico Comesaña (buzuki y arpa céltica) ha querido ponerse al día y espera gemelos para la primavera.
Una noche de cañas y un posterior desayuno con los integrantes del septeto dan para unas cuantas batallitas, pero estos siete cordiales emisarios de la música tradicional gallega pugnan por eludir la siempre tentadora nostalgia. Surgen historias de tiempos precarios, de bolos en locales recónditos por apenas 100.000 pesetas, de furgonetas en las que era imposible no acabar con las posaderas derrengadas.
Pero las conversaciones se conjugan mejor en tiempo futuro. "2010 ha sido un buen año, en términos creativos y de supervivencia, y eso ayuda a mirar hacia adelante", resume Cribeiro. Y el percusionista Isaac Palacín, siempre expresivo, apuntala: "Berrogüetto es un proyecto lo bastante ilusionante como para que soñemos con jubilarnos en el seno de esta banda. Nos apreciamos, nos conocemos, nos hemos visto muchas mañanas con las legañas en los ojos, toleramos las peculiaridades de cada cual. Y fundar un nuevo grupo desde cero resulta agotador. Ya lo comprobamos cuando se disolvió Matto Congrio y yo no estoy dispuesto a revivir esa experiencia".
¿Matto Congrio? Uf, vaya que si llovió. Algunos lo consideran el grupo seminal en la eclosión que la música tradicional gallega experimentó durante la década de los noventa. Allí coincidieron muchos de los actuales berrogüettos con otro personaje muy ilustre, Carlos Núñez. "Aquella fue una banda de un solo disco, seguramente sobrevalorada por los cronistas musicales", ha mencionado en alguna ocasión el gaiteiro vigués. Pero, a fin de cuentas, fue el vivero del que surgieron nuestro solista más internacional y el grupo que más elogios ha suscitado durante estos tres últimos lustros.
Porque Berrogüetto cumple en este 2011, precisamente, sus primeros quince años de historia. Y la criatura parece gozar de espléndida salud. La temporada se presenta ilusionante porque será testigo de la publicación de un DVD con el concierto que el grupo ofreció el 13 de noviembre en el Auditorio de Galicia compostelano. Ocho cámaras de TVG registraron cada detalle de la velada, así que la edición se intuye prometedora. Pero, sobre todo, el año nuevo supondrá el primer gran asalto al mercado americano, con giras ya confirmadas por México y Canadá y la posibilidad de que a la hoja de ruta también se incorpore Brasil.
"La expansión al otro lado del Atlántico supone ahora nuestro reto natural", reflexiona el siempre locuaz y polifacético Anxo Pintos -zanfona, gaitas, saxos, violines- en un extremo de su sofá. "Las posibilidades de crecer en el resto de la península son las que son: limitadas. Tantos años después, siguen existiendo suspicacias y una cierta hostilidad entre una parte del público. Cuando actuamos en Madrid, los propios periodistas nos dan a entender que un grupo con canciones en gallego es sospechoso de nacionalismo. Puede que de nacionalismo radical con aspiraciones separatistas..."
Su media sonrisa es irónica, pero también una pizca amarga. Lo cierto es que la reciente quinta entrega discográfica de la banda, Kosmogonías, ha despachado casi 4.500 ejemplares -una cifra muy honrosa en estos tiempos de ventas desmoronadas-, pero solo un 20% de ellas son de más allá del telón de grelos. "De ahí nuestra ilusión por abrir el abanico y expandirnos. Y, además, de propiciar colaboraciones con artistas afines". El concierto del 15 de diciembre en el ahora teatro Novacaixagalicia fue un buen ejemplo en esa dirección. Berrogüetto compartió casi media hora de concierto con la cantante zaragozana Carmen París, que se atrevió con el gallego en tres piezas. "Ha sido una experiencia preciosa", repetía la jotera. Entre unos y otros, la conjura es firme: a lo largo de todo este 2011, ese grito del pueblo que da nombre al grupo ha de resultar bien audible desde cualquier confín. Salvando mares, océanos, achuchones financieros y todo cuanto se interponga.
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