"Nena, no corras"

Jordi Arcarons (Barcelona, 48 años) dejó la competición en el año 2002 pero es el piloto español que más etapas del Dakar ha ganado en su categoría. En los últimos años fue el mánager de pilotos como Nani Roma o Marc Coma. Les preparaba los libros de ruta. Ayer, enfundado en un mono en la tarde calurosa de Buenos Aires, hacía entrada en la plaza del Obelisco, pasadas las tres y media, y subido a la Honda con la que recorrerá la selva argentina y el desierto chileno. Sí, ha vuelto a competir.

Ha tenido que exprimirse en el gimnasio (dos horas diarias) los últimos meses. Ha tenido que ponerse en manos de un preparador físico y un dietista. "Tenía exceso de peso para competir. He perdido seis kilos, pero no he conseguido rebajar la edad", bromea. Sí, ha vuelto a competir. Y la culpa la tiene Laia Sanz (Barcelona, 25 años), diez veces campeona del mundo de trial, que ha decidido embarcarse en la aventura del Dakar. "Mi única motivación para venir aquí es el poder llevar a Laia. Creo que podré aportarle mucho", señala Arcarons, que será el mochilero de la joven piloto. Minutos antes de subirse al llamado podio de los héroes, por dónde iban pasando todos y cada uno de los participantes se confesaba nerviosa: "Se me ha puesto la piel de gallina con tanta gente".

Aunque ella sí estaba en forma, su preparación física ha tenido que ser también diferente. Cuando terminó el mundial femenino de trial, su principal objetivo del año, empezó un plan específico en el gimnasio: ha trabajado más la resistencia, porque la carrera es mucho más dura y no está acostumbrada a pasar tantas horas seguidas subida a la moto, y ha fortalecido la zona de las cervicales, pues el casco que lleva es mucho más pesado. ¿Su objetivo? "Regresar aquí", dice, pues el Obelisco recibirá también en unas dos semanas a todos aquellos capaces de finalizar el rally.

Confiesa que la noche antes de este primer día de carrera le costó dormir. Cenó en el hotel con los miembros de su equipo y se marchó a la cama "diez minutos después de las campanadas, hora argentina, claro". Pero no podía conciliar el sueño. Sus padres, en España, andarán preocupados por la niña, que apenas cumplió los 25 el pasado 11 de diciembre: "Me dicen que vaya tranquila, que no corra. Mi madre es, aparentemente, la que está más nerviosa. Pero mi padre es quien es realmente consciente de lo que voy a hacer", señala. ¿Sus últimas palabras? "Que mantenga la cabeza fría y empiece bien el año". A ella lo único que le preocupa es no equivocarse en nada. Arcarons se encargará de que así sea.