Medidas ¿necesarias?
Asistimos a la práctica unanimidad de políticos y de buena parte de la opinión publicada sobre que el Estado de bienestar es insostenible en pleno siglo XXI. Un presidente que negó la crisis durante años pretende presentarse como el hombre responsable de adelgazar al máximo todos los sistemas de protección y solidaridad que afectan a la mayoría para salvaguardar cosas tan importantes -¿para quiénes?- como el sistema financiero y las leyes del mercado. ¿Es insostenible el sistema de pensiones o son insostenibles los fondos de pensiones de los directivos de la gran banca o de la SGAE? ¿Es honesto reducir las compensaciones a los trabajadores despedidos mientras se mantienen desproporcionadas indemnizaciones a todos los cargos públicos y electos que cesan? ¿Es imposible subir impuestos al capital, el patrimonio y la especulación bursátil mientras se recomienda subir el IVA y las retenciones a los trabajadores por cuenta ajena? ¿Hemos de seguir la recomendación de bajar prestaciones en sanidad y educación sin cuestionar las subvenciones del Estado a colegios y clínicas concertados? ¿Por qué es más urgente blindar la propiedad intelectual que la vivienda de los que pasan apuros?
Cuando leo que Tony Blair tiene un patrimonio de 25 millones de euros, cuando veo la presencia en grandes empresas y bancos de los Narcís Serra, Martín Villa, Felipe González, Eduardo Zaplana, Rodrigo Rato o Hernández Moltó no puedo dejar de recordar una frase del historiador Josep Fontana sobre los políticos supuestamente progresistas del siglo XIX: "Al fin y al cabo, revolucionarios de 1868 y restauradores de 1874 (ni muy revolucionarios los unos, ni muy restauradores los otros) se sentaban juntos en los Consejos de Administración de las mismas compañías y tenían unos intereses comunes".
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