El futuro de las cajas andaluzas
La importante reestructuración que esta crisis está suponiendo para las cajas andaluzas no está exenta de controversias, precipitadas interpretaciones y análisis parciales. Todos los cambios de calado generan incertidumbre pero es precisamente la capacidad de adelantar estos cambios y de llevarlos a cabo lo que permite preservar la solidez del sistema financiero y no tienen por qué ser obligatoriamente el preludio de desastre alguno. Todo lo contrario, la reestructuración es una respuesta para sortear las dificultades y competir en un nuevo contexto. Y esta es, con todos los matices que sean precisos, la situación de las cajas andaluzas.
La crisis y sus soluciones van más allá de una región específica, son un fenómeno global. Y el futuro de lo que podríamos denominar sector financiero andaluz pasa por esa globalidad. De hecho, es su apertura y transformación lo que debería reforzar el papel y la vigencia de las cajas andaluzas en el contexto de la reestructuración financiera en España, por varios motivos. El primero, porque con la reestructuración en marcha -y con las diferencias oportunas que atañan a cada caso particular- se aumenta la presencia de las entidades financieras andaluzas en los mercados. Las acciones llevadas a cabo por algunas de estas cajas -buscando alianzas estratégicas y creando Sistemas Institucionales de Protección con otras entidades fuera de Andalucía- aporta una solución a un problema tradicionalmente atribuido en la literatura y la industria bancaria a las entidades de tamaño reducido: la falta de circuitos internos de liquidez y de diversificación territorial, con las que sí cuentan los grandes bancos comerciales. Con opciones estratégicas como los SIP -como se va a analizar hoy mismo en unas jornadas organizadas por CajaGranada- se puede mantener la raigambre regional a la vez que mantener una presencia en los mercados interbancarios, de bonos y de capitales que trasciende las capacidades de entidades financieras de dimensión media o reducida. En términos de Andalucía, esto se traduce en ser tanto o más andaluces pero mirando al exterior y reforzándose con el exterior.
En segundo lugar, con la reestructuración y las alianzas e integraciones que de ella se han derivado, se pueden diversificar en mayor medida los riesgos, tanto territorialmente como sectorialmente. Este aspecto deviene fundamental en un momento en el que el negocio se debe orientar de forma progresiva hacia la financiación de pymes y proyectos innovadores -muchos de ellos para la exportación más allá de nuestras fronteras-, que no solo requieren de nuevas capacidades sino de la posibilidad de tener una gestión del riesgo a la altura de un negocio más diversificado. Andalucía precisa de este impulso como agua de mayo.
En tercer lugar, la reestructuración no solo no está frenando sino que está redefiniendo, actualizando y modernizando el papel de las cajas, ofreciendo nuevas perspectivas para su papel social. Ninguna entidad financiera puede obviar la globalización y el impacto actual y potencial de la misma sobre la estabilidad financiera. Cada crisis deja una lección distintiva y nueva y la crisis actual pone de manifiesto la interacción entre mercados de todo el mundo y la operativa de las entidades financieras. Para afrontar este entorno hay que trascender como entidad, saber ser global desde lo local y eso puede empezar a lograrse mediante la reestructuración y profesionalización. Se trata de seguir teniendo un liderazgo social en el ámbito de actuación pero reforzado con una presencia financiera más global. Una combinación que se traduce en ser más caja de ahorros al tiempo que una entidad financiera abierta en el sistema financiero.
Al fin y a la postre, de lo que se trata, en Andalucía y en cualquier otra región, es de darle de una vez por todas la vuelta a la tortilla de modo que, en lugar de centrarnos en reactivar el sistema financiero, este pueda ser un actor fundamental en la recuperación económica. Falta hace. Sin crédito, será difícil crear empleo y salir de esta. Es más fácil prestar a las pymes andaluzas si el riesgo se comparte y se gestiona en un ámbito geográfico más amplio y con un volumen de negocio mucho más elevado. Es más, es una financiación crediticia diversificada a las pymes y a los nuevos negocios y más profesionalización lo que puede propiciar un cambio de modelo manteniendo la esencia de la marca "cajas". Claro está, si los mercados y la crisis de la deuda soberana permiten que la reestructuración se complete sin presiones adicionales. En caso contrario, habrá que plantearse otros escenarios.
Santiago Carbó Valverde es catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada.
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