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Los arrestados por el crimen de Ares se culpan mutuamente

La juez prorroga la detención para buscar nuevas pruebas

Los dos detenidos por el crimen de Ares se acusan mutuamente del homicidio que acabó con la vida de Enrique Corgo, cosido a puñaladas en su casa el pasado miércoles. Los sospechosos, S. M. V., de 40 años, y Á. A. G., de la misma edad y apodado El Congrio, comparecieron ayer por la mañana en el Juzgado de Instrucción número 1 de Ferrol después de dos noches en los calabozos de la Guardia Civil. La juez de guardia acordó prorrogar la detención preventiva otras 24 horas más hasta agotar el plazo legal (72 horas) para practicar nuevas pruebas que ayuden a esclarecer quién asestó la puñalada mortal.

La autoría del crimen todavía no está clara y el caso sigue bajo secreto sumarial. Los dos detenidos se acusan, y a la vez, sus relatos se contradicen. Las dudas han llevado al fiscal jefe de Ferrol, Román Ruiz, a pedir nuevas pruebas periciales que analicen los rastros y salpicaduras de sangre en la ropa para arrojar alguna luz sobre el papel que jugó cada uno.

El fiscal pide que se analicen los rastros de sangre en la ropa de los sospechosos

Por la mañana, entre las once y la una, los dos detenidos entraron y salieron varias veces de la sala del tribunal custodiados por media docena de agentes de la Guardia Civil. Esposados y físicamente muy deteriorados, ambos reconocieron ser politoxicómanos y consumidores habituales de cocaína, heroína o hachís, entre otras sustancias.

La víctima, al que llamaban Quique, vivía con la mujer detenida en el segundo piso del número 19 de la calle San José, propiedad de la chica, que arrastraba una larga adicción al alcohol que la alejó de su familia y de su hijo. Tenían o habían tenido una relación sentimental plagada de fuertes disputas y alguna denuncia. La pareja frecuentaba la compañía del otro detenido, El Congrio, que solía pernoctar en la casa.

El miércoles a mediodía, Quique fue apuñalado varias veces en el piso. En el pecho y por la espalda. La novia culpa al Congrio, y éste a la novia. Los dos declararon que la sangre brotaba a borbotones y que fue la chica quien alertó a los servicios de emergencias.

La Guardia Civil llegó en pocos minutos a la vivienda, situada en el centro de Ares. Los agentes se toparon allí con el cadáver de Enrique Corgo, con los dos sospechosos, y con el arma de crimen, un cuchillo. Uno de ellos trató de limpiar la sangre del piso. Los dos fueron arrestados casi en el acto.

La noche antes del crimen, la víctima y El Congrio, fueron juntos a robar cobre, según fuentes jurídicas. La Guardia Civil llegó a identificar a uno de ellos, pero ya se había desprendido de la mercancía. Los dos tenían antecedentes penales, pero El Congrio arrastra un largo historial carcelario con continuas entradas y salidas de prisión. El botín del robo o las diferencias entre los tres drogadictos pudieron desencadenar la pelea que acabó con la vida de Quique, a acuchilladas.

Su novia y su compinche tendrán que volver a comparecer hoy ante la juez, por un presunto delito de homicidio con las drogas como telón de fondo.

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