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Reportaje:24 HORAS EN... MOSCÚ

Fiesta en la fábrica de chocolate

La vieja y dulce factoría Octubre Rojo es ahora un complejo de ocio. Un recorrido por la capital rusa para degustar empanadas y evocar en un coqueto café la magistral novela 'El maestro y Margarita'

Adiós calor, bienvenido frío. Después de las altísimas temperaturas y los incendios del verano, la ciudad más grande de Europa vuelve a ser la que era: obras monumentales, polución, lujo y un constante bullicio. Aún no ha cuajado la nieve, pero estos días la temperatura máxima apenas alcanza los 8 grados. Y aunque se encuentra algo lejos de España -unas cuatro horas y media en avión desde Madrid: con Iberia (www.iberia.com), ida y vuelta desde 270 euros-, un día dentro del Anillo de los Jardines (el segundo de los cinco que rodean Moscú, de 17 kilómetros) da para explorar el pandemonio ruso. Todo ello sin recurrir al metro, el "palacio del pueblo" visionado por Stalin y, seguro, el subterráneo más hermoso del mundo.

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07.00 'Pierogis' mañaneros

En Rusia los días encogen en otoño y en invierno. Así que madrugón para desayunar en Nikolai (1) (Piatnitskaya ulitsa, 53, Metro Dobryninskaya, www.bar-bufet.ru), al sur del anillo. Aparte de la bebida, en este espacioso local regentado por jóvenes que pinchan rock y funk no hay que deliberar demasiado: pida un pierogi, una empanada al horno rellena de espinacas, queso, carne o mermelada. Aquí los clientes se las llevan a decenas. El bar abrió en honor al violonchelista Nikolai Peregulov, muerto hace dos años.

10.00 A la Lomonósov sobre vías

A bordo del tranvía más próximo, la línea 39, continúa el recorrido. Hay dos opciones. La primera es seguir hacia el suroeste, hasta la colosal Universidad Estatal de Moscú Lomonósov (2) (ulitsa Akademika Khokhlova s/n, Metro Universitet), y salir temporalmente de los márgenes del segundo anillo. Con sus 240 metros y 36 pisos, la universidad es el rascacielos estaliniano más alto de los siete que alberga la capital. Lo fue también de Europa en los años 50. Erigida en 1953 junto a la Colina de los Gorriones (Metro Vorobióvy Gory: es el mejor mirador de Moscú y cuenta con un trampolín de esquí artificial), su estilo se mece entre el barroco y el gótico y está coronada por una gran estrella roja. Cursar en la Lomonósov era un anhelo para los estudiantes de los estados socialistas. Hoy conserva parte de esa reputación, sobre todo más allá de los Urales.

Muy cerca se encuentran el Monasterio y el Cementerio de Novodévichy (3) (Luzhnetskiy proyezd, s/n, Metro Sportivnaya), fundados en el siglo XVI. Patrimonio mundial desde 2004, el primero es un conjunto arquitectónico blanquecino de lograda armonía que tiempo atrás hizo de fortaleza. En el camposanto descansan el escritor Gógol, el compositor Prokófiev, el cineasta Eisénstein y políticos como Nikita Jrushev o Boris Yeltsin. La tumba de este último, una suerte de bandera rusa ondeando, es sin duda la más ostentosa.

La segunda opción es llegar con el viejo tranvía hasta el barrio de Chistye Prudi (4) (Bulvarnoye Koltso). Lo de la senilidad del funicular no es rechifla: el tranvía se avería cada dos por tres. A cambio, ofrece un paseo inigualable y empinado que recorre el río Moscova y su afluente y, con ellos, varias eras de la arquitectura rusa; desde templos ortodoxos hasta los lineales bloques postestalinistas, pasando por los refinados edificios prerrevolucionarios o el tenebroso socialismo neogótico. Casi nada.

13.00 El barrio polisémico

Para almorzar, hay que adentrarse por el vecino Kitai Gorod (5) (Metro Kitai Gorod), un barrio sobre cuyo significado ("ciudad china", "ciudad de balleneros", "ciudad de las estacas de madera") no se avienen los entendidos. En tan polisémico distrito se halla el restaurante Piloto Chino (6) (Kitaiysky Lyotchik, 25 Lubyansky proyezd), que de asiático solo tiene el nombre. Es un sótano bien engalanado, de aire bohemio y precios asequibles. Sirven pasta y buen salmón.

Procúrese algo frugal porque queda ruta. Hay que explorar las callejuelas de Kitai Gorod, una cacofonía de iglesias ortodoxas (frente al Piloto Chino está la Iglesia de la Trinidad de Nikitniki, en Nikitnov pereulok, s/n, de las mejor preservadas), bancos, hoteles, tiendas caras, locales a la última, sedes ministeriales y de otras autoridades (como el neobarroco edificio de la Gran Lubyanka, en Lubyankaya Ploshad, otrora sede de la KGB) o los pomposos grandes almacenes GUM (7), de inspiración victoriana. Estos ya se meten en la Plaza Roja (8), presidida por las magníficas cúpulas en forma de cebolla de la Catedral de San Basilio (9) y una de las aristas de la genial fortaleza, el Kremlin (10). Sin olvidarnos del hierático Mausoleo de Lenin (11). En él descansa desde 1924 el cuerpo incorrupto del bolchevique más célebre.

17.00 Con Gorki y Bulgákov

Para llegar a la Casa-Museo de Gorki (12) (6/2 Malaya Nikitskaya ulitsa), es menester dar un rodeo por Tverskaya (13), la avenida más célebre, y bifurcarse por su paralela, Tverskoy, en cuanto se llegue a la Plaza Pushkin; allí abrió hace 20 años un símbolo de la perestroika: uno de los McDonald's (14) más grandes del mundo. La última morada del escritor de La madre, de dos plantas, es más modesta por fuera. Construida a comienzos del siglo XX por Fyodor Schechtel, el interior es de un soberbio estilo modernista del que destaca la barandilla, con forma de medusa. Defensor de los desharrapados, Gorki fue el artista más querido de la Unión Soviética. Hasta Stalin tiene su fotografía con él.

Muy cerca está el Café Margarita (15) (Malaya Bronnaya, 28), abierto de 13.00 hasta medianoche, con música de piano en directo desde las 20.00. Este bar, que es rojizo y coqueto y que demanda a sus clientes no fumar (a no ser que lo que se aspire sean los cigarrillos aromáticos que vende el propio bar), está en una de las esquinas de los Estanques del Patriarca, uno de los lugares más apacibles. Debe el bistró su nombre a la novela de Mijaíl Bulgákov El maestro y Margarita, cuya primera genial escena transcurre en el estanque: Voland (Satán) aterriza en Moscú para vengarse de funcionarios y políticos cómplices de un sistema absolutamente corrupto.

21.00 'Pelmenis' y vodka

Escondido entre la Catedral de Cristo Salvador (16) y el Museo de Pushkin (17) (ulitsa Volkhonka, 12, www.museum.ru/gmii/defengl.htm), asoma el restaurante georgiano Pelmeni & Pelmeni (ulitsa Lenivka, 6/7), cuya especialidad son los pelmenis, una masa harinosa generalmente rellena de carne y sazonada con eneldo. Puede también pedir las sopas borsh o solyanka, aunque van tan recargadas que se arriesga a no probar después el manjar que da nombre al bar.

Moscú hay que liquidarla con vodka. Detrás del Cristo Salvador hay una isla angosta y sin nombre, gobernada por la piedra granate de la abandonada fábrica de chocolate Octubre Rojo (18) (Krasny Oktyabr), que hoy sigue produciendo un dulce excelente pero en otra latitud. Sucesivas reformas han hecho de la antigua fábrica Octubre Rojo el nuevo foco de ocio con sus galerías artísticas, sus lofts para ricachones y sus bares de postín. Uno de reciente creación es el Dome - (Bersenevskiy pereulok, 3/10), de música house y electrónica. Cuentan que a su fiesta de apertura, antes del verano, solo se podía acceder con una palabra secreta: el resultado fue una discoteca vacía. Ahora el Dome va a mejor. Como Moscú. Eso sí, con frío.

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