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Columna
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Ellos beben y tú pagas

¿Se puede multiplicar increíble por dos? Sin duda, diga lo que diga la gramática. Y sobre todo en Madrid, donde los ciudadanos viven acorralados por policías municipales, recaudadores, grúas, cámaras, parquímetros o radares, cuya función no es solucionar el problema del tráfico sino llenarle la caja fuerte al Ayuntamiento, y donde el asalto de guante blanco no tiene límites. Para demostrarlo, acaban de inventarse otro camino a la extorsión, por si nos quedaban algunas monedas sueltas en el fondo del bolsillo: a partir de ahora, los padres serán responsables solidarios de las juergas de sus hijos menores de edad en la vía pública, de manera que cuando se junten a beber alcohol en una plaza, los padres serán sancionados como mínimo con 300 euros por vulnerar la ley antibote-llón y con otros 300 por el ruido, que incumple la normativa medioambiental. Si además tienen la mala suerte de que los muchachos hagan un grafiti, tendrán que poner más dinero, pagar otra multa la reparación de la fachada, lo cual puede salirles por una cantidad que va de los 3.000 euros a los 12.000.

¿Qué culpa tienen los padres de que sus hijos se beban una botella de ron en una acera?

"La verdad es que no hay atajo más corto que el que va de la incompetencia a la desvergüenza", dice Juan Urbano, aterrorizado por lo que sin duda va a costarle uno de sus hijos, un adolescente ingobernable que le tiene afición al coñac con refrescos y es un prototipo de cierta clase de jóvenes educados en la irresponsabilidad, tal vez por pertenecer a un mundo en el que ya se han inventado el tenedor a pilas que te enrolla los espaguetis y, en los últimos tiempos, la cuchara que suelta aire para enfriar la sopa.

"O sea, que esta gente que jamás asume sus responsabilidades, que está rodeada de escándalos y no dimite o paga un precio político por muchos concejales o tesoreros que los jueces les sienten en el banquillo, ¿ahora viene a hablar de culpables solidarios?". Tiene razón, y ojalá haya alguien que les pare los pies a estos hombres y mujeres del frac disfrazados de legisladores, que nunca tienen más solución que la represión y que se lavan las manos para tenerlas limpias al contar el dinero.

¿Qué culpa tienen los padres de que sus hijos se beban una botella de ron barato con Coca-Cola en una acera? ¿Qué pueden hacer para impedirlo? ¿Ir detrás de ellos a todas partes? ¿Para qué pagamos entonces a la Policía Municipal? ¿Se les castiga por no saber inculcarles los valores de la convivencia? Tal vez entonces deberían de ponerle otra multa a sus profesores. Y, en cualquier caso, ¿cómo es posible que los que hablan de responsabilidad solidaria sean los mismos que se han opuesto con uñas y dientes a la asignatura de Educación para la Ciudadanía? Aunque tal vez tenga razón Juan Urbano: para qué perder el tiempo con tantas preguntas, si se puede resumir con una sola: ¿Cómo pueden tener tanta cara dura?

O a lo mejor esto es fantástico porque inaugura un nuevo camino, el de la responsabilidad solidaria. Si es así, para mañana Rajoy y Aguirre ya habrán dimitido por los escándalos de sus subordinados en Valencia o en Madrid.

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