Al estilo Donosti
De los pinchos de A Fuego Negro a la ropa de diseño de 90 Grados y el arte visual del proyecto Tabakalera, San Sebastián engancha a cada paso
Hay ciudades que en su código genético llevan impresos cientos de lugares comunes y San Sebastián es una de ellas. Los donostiarras -que son simpáticos y hospitalarios- saben que la mejor forma de impresionar a viajeros primerizos es utilizar su más antigua e infalible arma secreta: el stendhalazo. Consiste en situar al debutante de la ciudad en el centro geográfico del arco que forma la bahía de La Concha y esperar a que el síndrome que enfermó al escritor le llegue tan dentro que no pueda evitar tirar del topicazo del marco incomparable.
Los donostiarras -que son pillines, inteligentes y orgullosos de lo suyo- no dudarán en utilizar su segundo as en la manga para impresionar al turista neófito: la infalible combinación popular barriga llena, mente feliz. Desde La Concha, trasladarán a sus invitados al casco antiguo, probablemente el lugar de España con mayor concentración de buenos fogones por metro cuadrado. En el aire de la parte vieja donostiarra hay una nube de palabras en suspensión, como jabugo, embutido, cazuelita de pulpo a la gallega, caracoles, patorrillo, callos, albóndigas caseras, champiñones y los clásicos pinchos. Tan solo un paseo por la calle 31 de Agosto, pegada al monte Urgull, puede dejar mareado del gusto al estómago más exigente. En el número 7 se encontrará con La Cepa, una de las tabernas con más solera, que lleva desde 1948 haciendo del poteo algo sublime. En el número 3, La Viña, especialista en ensaladas de langostinos, hongos y alcachofas naturales; A Fuego Negro, en el 31, rivaliza con La Cuchara de San Telmo (plaza del Valle de Lersundi) para llevarse el premio al pincho más vanguardista; en el número 23 otro clásico, el Gandarias. Para completar la orgía de pinchos, el anfitrión tampoco olvidaría Ganbara, en la calle de San Jerónimo, 19; El Tamboril en Pescadería, 2, en una de las esquinas de la plaza de la Constitución, o Paco Bueno, en el número 6 de la Calle Mayor.
Todo un despliegue de tradición culinaria. Pero hasta las barras de los bares y las cocinas de las tabernas quieren ir más allá. Donosti sabe que es uno de los epicentros de la gastronomía mundial y en su empeño de avanzar el año que viene abrirá el Basque Culinary Center. El despacho Vaumm Arquitectura y Urbanismo construye un edificio que recuerda a una pila mediana de platos vacíos y desordenados, que albergará la sede de esta fundación en el parque tecnológico de Miramón. El centro contará con una Facultad de Ciencias Gastronómicas y un Centro de Investigación e Innovación en Alimentación y Gastronomía. Cientos de jóvenes se formarán, investigarán, innovarán y utilizarán las nuevas tecnologías para superar el tópico de la nueva cocina vasca de los ochenta. También en ese empeño se celebra del 21 al 24 de noviembre el Congreso Internacional de Gastronomía San Sebastian Gastronomika.
Los donostiarras -que son buenos conversadores y, por lo general, gente bien informada- entre pote y pote no solo explicarán a sus comensales que durante el pasado Festival Internacional de Cine que se celebra en la ciudad vieron salir a Julia Roberts y Javier Bardem del asador Aldanondo en el número 3 de la calle Euskal Herria, donde probablemente degustarían uno de sus chuletones, su especialidad; también contarán al recién llegado que San Sebastián es una ciudad hecha a escala humana con 190.000 habitantes donde más de la mitad de la población se desplaza a pie por sus calles. Que es una urbe que en los últimos 10 años ha crecido para el peatón y la bicicleta con la peatonalización del casco histórico y del centro comercial. Donosti (www.sansebastianturismo.com) puede presumir de poseer 41 kilómetros de carril bici de los 303 que existen en toda Guipúzcoa. Dos datos, sin duda, fundamentales para que pueda cumplir su sueño de convertirse en Capital Europea de la Cultura en 2016, empresa en la que ha conseguido situarse como finalista junto a Burgos, Córdoba, Las Palmas, Segovia y Zaragoza.
Fiestas y saraos
Y en este capítulo, el de la cultura y el ocio, el donostiarra -que sabe divertirse y es acogedor- es consciente de que tiene un aliado indiscutible: un espectacular calendario de fiestas y saraos. Desde la Tamborrada en enero hasta la Navidad, la capital guipuzcoana no para. San Sebastián organiza un importante festival de jazz y tiene dos de los garitos más especiales para los amantes de esta oferta musical, Altxerri (Reina Regente, 2) y Etxekalte (Mari, 11). Además, alberga el único festival de cine de la máxima categoría que se celebra en España, que cuenta con un hermano pequeño, la semana de cine fantástico y de terror. Su quincena musical se prolonga durante más de un mes y convierte la ciudad en referente de la música clásica durante agosto y principios de septiembre; y los artistas de rock con mayor tirón, como U2, Bruce Springsteen, Bon Jovi o Depeche Mode deciden hacer parada en San Sebastián.
La ciudad se ha preocupado de crecer para ser capaz de ubicarse en el mapa y estar a la altura. En el paseo de la Zurriola se alzan, como dos icebergs varados en la playa, los cubos ideados por Rafael Moneo para el centro de convenciones y auditorio del Kursaal (avenida de la Zurriola, 1) que se iluminan como dos cajas incandescentes. Frente a ellas, los surferos cabalgan las olas en la segunda playa de la ciudad, frecuentada por un público más joven que el de La Concha. La "Zurri", como la llaman, se ha volcado con la tribu que viste de neopreno y hace de una tabla el centro de su ocio. Las olas de San Sebastián han sido parte de los campeonatos mundiales y europeos de surf, y la cultura que envuelve a este deporte, con arte urbano, música y hasta un festival de cine, marca cada día más la personalidad de la ciudad.
El neoclásico teatro Victoria Eugenia ha sido remodelado con la más moderna tecnología, y la red de cines, teatros, salas de exposiciones y museos está en los primeros puestos de la lista de medianas ciudades de España. Además, en el extremo del muelle, los arquitectos Ángel de la Hoz y Cristina Fontán dirigieron una obra que convirtió el antiguo Aquarium de la ciudad, de 1928, en uno de los más vanguardistas de España.
Y, una vez más, Donosti no para. El equipo de arquitectos de Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano termina ahora la reforma del Museo de San Telmo en la parte vieja de la ciudad (plaza de Zuloaga, 1). Un proyecto de ampliación y renovación que apuesta por una fachada de jardines verticales que logre, a la vez, mimetizarse y llamar la atención en la falda del monte Urgull. Según la información facilitada por el Ayuntamiento, se inaugurará a principios del año que viene y significará "un profundo cambio en el museo, una revisión de concepto, que afectará a su definición, sus objetivos y su modo de funcionamiento". Ya se han comprado ocho esculturas de Oteiza para la colección permanente, habrá que ver si la nueva junta directiva del centro dirige sus pasos más hacia la interesante propuesta etnográfica que ya ofertaba o aprovecha para abrirla más hacia el arte contemporáneo.
La candidatura de San Sebastián 2016 ha acuñado para Donosti el rompedor apelativo de La Tijuana Vasca por su cercanía al paso fronterizo que une España con Francia. La cercana bahía de Txingudi, ubicada en la desembocadura del río Bidasoa, resguardada por el monte Jaizkibel, ha sido la última frontera natural entre territorios y en sus orillas conviven las poblaciones de Hondarribia, Irún y Hendaya.
Un claro ejemplo de ese espíritu de ofrecer lo último de lo último se encuentra en San Sebastián en la multitienda 90 Grados en el número 3 de la Calle Mayor. Un espacio que ofrece propuestas de los diseñadores de moda más cool y el salón de belleza más avanzado de la ciudad. El último berrido.
Su sinónimo público podría centrarse en el proyecto Tabakalera (calle del Duque de Mandas, 52) que convertirá la antigua fábrica de tabaco de San Sebastián en un Centro Internacional de Cultura Contemporánea, especializado en cultura visual. Este proyecto es tan vanguardista que los propios donostiarras lo quieren ver terminado y a pleno rendimiento para terminar de entenderlo. Sus promotores lo definen así: "Un espacio en el que confluirán el arte contemporáneo, la televisión, el vídeo y el cine, el diseño y el sonido. Un espacio singular de exposiciones y programas audiovisuales y, sobre todo, un lugar para trabajar, para producir, para crear. Una fábrica de imágenes". Para poner este arriesgado proyecto en pie, el Ayuntamiento de San Sebastián organizó un concurso internacional que ganaron los arquitectos Juan Manuel Montero Madariaga y Naiara Montero Viar.
Las mejores anchoas
Después de tanta charla y un poteo tan extendido, el donostiarra, que es previsor y organizado, tendrá claro que esta no será la primera y última visita de sus invitados a su ciudad y les ofrecerá más consejos prácticos, como el restaurante Vallés en el número 10 de la céntrica calle de los Reyes Católicos (el buen comer no va a estar solo en la parte vieja); les pedirá que se apunten la dirección Fermín Calbetón, 12, donde les esperarán las mejores anchoas del cantábrico en Txepetxa y les hablarán también de Itxas Magalean en la avenida de Navarra, 2, por si quieren buena cocina de batalla, pero en un ambiente más moderno. Será entonces el momento de los postres y del tradicional paseíto hacia la bahía. Harán una parada en la pastelería Aguirre (calle de Garibay, 1) para encaminarse una vez más hacia el paseo de La Concha degustando un fantástico éclair au chocolat. A la altura del hotel de Londres y de Inglaterra los nuevos enamorados de la ciudad le preguntarán por esa obra que afea en estos momentos el paseo marítimo. Se trata de la ampliación del aparcamiento subterráneo en el que, además, se construye un centro de deporte adaptado. Con más de 4.100 metros cuadrados estará situado junto a la playa y contará con instalaciones preparadas para usuarios que sufran algún tipo de discapacidad permanente o temporal. Aseguran que estará terminado para el año que viene y será entonces cuando la bahía recupere su paseo y los donostiarras puedan presumir, sin obras de por medio, de su stendhalazo particular.
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