Los ex
En el mundo vivimos una situación extraordinaria. En unas partes más extraordinaria que en otras, es verdad, pero todos compartimos un extraordinario desasosiego. La sensación de lo ex. La melancolía democrática. Sabemos quien gobierna, pero no quien manda. No es el fin de la historia, pero vivimos en una atmósfera de ex historia. Unos cuantos ejemplos frescos. En Europa, para salvar la caja de Pandora de los especuladores del capitalismo mágico, se saquean las conquistas sociales. Es el ex Estado de bienestar. Los universitarios británicos esperaban la gratuidad de matrículas y les han devuelto dos tazas de tasas. Era una promesa en firme de los ex liberaldemócra-tas, caídos en la red de los ex conservadores, a su vez atrapados en la telaraña de los conservaduros. En el Sáhara Occidental, nuestros conciudadanos ex españoles sufren la expulsión exterior y el expolio interior. En vez de autodeterminación, una lenta exterminación. En México se habla de la desaparición de un Estado desorganizado ante el poder del crimen organizado. Mientras, el gran supermercado gringo abastece la libre balacera. En este contexto, las voces que más se escuchan son las de los ex. Los ex discursos. En España, el ex González con un ex dilema que confunde el estadista con un Zeus que podría decidir sobre la vida y la muerte, al margen de un Estado de derecho que él ayudó a crear. El ex Bush exculpándose de una cruzada bélica que él encabezó, al tiempo que justifica la tortura con una literatura del género horroroso. Una posición que recuerda aquel eufemismo del ex policía de la dictadura portuguesa que definió el tormento como "ausencia de confort". Lo que también provoca una ausencia de confort mental es descubrir por Bush que el espiritista de las Azores fue nuestro ex Aznar, a quien llama El Visionario. Otra profecía de José María Nostradamus y acabamos todos cazando leones en Escocia. Menos mal que nos queda la experanza.
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