El 'pringao' aplasta al guaperas
Con Scott Pilgrim contra el mundo, Michael Cera encabeza una generación que ha reemplazado el canon del ligón por el triunfo del don nadie.
Mirando a Michael Cera, un tipo lampiño y desgarbado con gafotas de montura transparente, cuesta creer que tenga algún futuro como rompecorazones cinematográfico. Las apariencias engañan. Porque en Scott Pilgrim contra el mundo el personaje que interpreta este actor canadiense de 22 años se liga a Ramona Flowers (encarnada por Mary Elizabeth Winstead), la chica de sus sueños.
Padre por sorpresa en Juno y pringado con encanto en Supersalidos, Cera es todo un galán improbable. De hecho, su nombre aparece en la lista del diario británico The Guardian que señala a los personajes que se cargaron la década pasada. ¿Su delito? Hacer creer a los nerds (o pringaos) que podían llevarse a la chica. "No, por dios, nunca quise animarles", ironiza el actor. "Mi consejo es que se queden en casa y ni lo intenten".
Él no sigue su propio consejo. Rueda cortos cómicos con sus amigos (están colgados en YouTube), escribe relatos breves y acaba de protagonizar una las películas más comentadas del momento.
Scott Pilgrim contra el mundo, una oda al maravilloso fastidio de ser joven dirigida por Edgar Wright
(Zombies party) y basada en los multipremiados cómics ?incluido el Eisner Award? del canadiense Bryan Lee O'Malley, pretende redefinir el género de la comedia romántica. La producción presume de estética de videojuego retro (entre el arcade ochentero y el Street Fighter), explosión de referencias pop de ramalazo noventero y música original de Beck y Nigel Godrich (superproductor del propio Beck y Radiohead). Y cuenta con el beneplácito de Tarantino. Un sueño húmedo para indies y modernos de todo pelaje.
Pero echarse novia no basta. Para conservarla, Cera debe pelear a muerte contra sus siete malvados ex: "Me las arreglo para tumbar a dos tipos muy tochos". Se refiere a Chris Evans, el próximo Capitán America, y Brandon Routh, el último Superman. Tuvo que entrenar a fondo para las escenas de lucha, pero le cuesta verse como héroe de acción: "Pese a excepciones, como JCVD [la autoparodia de Jean-Claude Van Damme], ese cine es aburrido". Al menos es un indicio de que empieza a alejarse de los roles de pánfilo: "Claro que no", contesta con su particular humor inexpresivo. "Quiero quedarme con todos los que haya".

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