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La Factory de la Sagrera

Cada día, cuando Xavier Basiana bajaba de su estudio para comer, se fijaba en el edifico de la Nau Ivanow. Admiraba las bóvedas industriales que lo recubren, al tiempo que veía entrar y salir gente de su interior. De pronto, un día de finales de 1997, la cerraron. Su propietario, el señor Ivanow, había decidido venderla. Basiana se enteró y decidió llamarlo. "Estaba destartalada pero había una luz magnífica", explica. Así que se tiró a la piscina y decidió adquirir la nave. "Vivo en el barrio desde 1970 y llevo más de 25 años vinculado a las asociaciones de vecinos", explica. Incluso, una vez llegó a contactar con Norman Foster para presentar un proyecto al Ayuntamiento sobre la estación del AVE. Y de entre las muchas iniciativas que barajó, la de comprar una antigua fábrica era la que menos se imaginaba. Pero pasó.

Acoge teatro, salas de exposición, espacios de ensayo y vivero de creadores

La reabrió al año siguiente y hoy es el símbolo de la eclosión cultural de la zona. Las actividades se reparten en salas con gradas desmontables y nombres como Abaco (la marca de aceites) o Andy Warhol. "Porque queremos que sea como la Factory de Warhol, con actividad las 24 horas del día", explica. El bullicio lo demuestra un gran calendario. Está repleto de fotos. Cada día se inmortaliza un momento de las decenas de pequeñas historias que pasan en los diferentes espacios del lugar. Además, los creadores pueden alquilar uno de los espacios para ensayar sus obras. Lo hizo el año pasado Hoy no me puedo levantar; durante el mes de agosto, 40 El Musical, y hace unas semanas, los actores de Ens hauríem d'haver quedat a casa, obra que se estrenará en el Festival Temporada Alta.

Otros artistas prefieren tener un lugar al que acudir de manera estable los 365 días del año. Es el Vivero de Creadores. Se ubica en una de las plantas altas de la nave y en él se entremezclan historiadores, managers, productores y también escritores. Alquilan un pequeño espacio y pueden acudir a dar forma a sus quehaceres a las nueve de la mañana o a la una de la madrugada. Nunca se cierra. Algunos, como la FEI (Factoría Escénica Internacional), que capitanea Carme Portaceli, incluso tienen allí su sede estable. La Nau también participa en los actos del barrio y organiza actividades para los 200 afiliados, que con 20 euros al año colaboran de manera simbólica a su mantenimiento.

"El aspecto industrial de la nave es uno de sus atractivos, pero necesitaríamos reformas, como poner un sistema de calefacción", prosigue. Por eso acudió al Ayuntamiento. "El arte nunca es rentable, pero sin medios, a partir de una fábrica abandonada, hemos construido todo esto y debería mantenerse", dice el fotógrafo. Con el acuerdo firmado con el Ayuntamiento, su sueño se hace real.

Aún no tiene claro qué hará en el futuro. Solo cree que necesita un respiro. "Llevo 13 años metido las 24 horas en la Nau y necesito otras metas, quiero llegar a exponer en el Reina Sofía, esta noche finaliza una etapa", sentencia.

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