Fulgurante Madrid, radiante Barça
Al equipo de Mourinho le bastan 20 minutos para imponerse en el derbi madrileño y el de Guardiola gana en Getafe después de completar un excelente partido con Messi como bandera
A la espera del clásico, previsto para el día 28, el Madrid y el Barça caminan por vías opuestas en la Liga y sin dar tregua a ningún rival, animados ambos por un mano a mano de nuevo monumental. Al equipo de Mourinho le acompaña el ruido, la pegada y la energía, como si compitiera en mar abierto. Tiene momentos extraordinarios, igual que fuera un trueno, imperial en el anuncio de la tormenta. A ratos parece un equipo imposible para cualquier adversario. Le pasó al Milan y también al Atlético, abatido en poco más de un cuarto de hora, arramblado por el vendaval colectivo de los blancos y la sutileza de Özil, un jugador con unos ojos como platos. A cambio, a los muchachos de Mourinho les falta continuidad en el juego y parecen expuestos a cualquier contratiempo; por ejemplo, a los goles de un veterano como Inzaghi. Anoche necesitaron de la mejor versión de Casillas, inédito hasta ahora, para atemperar al Atlético, que se batió con entereza, fútbol y remates tras conceder dos goles.
Los goles azulgrana tardan en llegar, precisan mimo; los blancos son rápidos
Aumenta la dificultad de los partidos y continúa contando victorias el Madrid, mejor organizado y combativo, y más fiero que cuando lo entrenaba Manuel Pellegrini.
Las oleadas del Madrid contrastan con el fútbol sosegado del Barça, siempre primaveral, tan bien representado por Messi como Cristiano es la bandera blanca. Al Barça le salió un partido redondo en Getafe. Resolvió pronto y bien a partir de un juego excelente. Pudo dosificar los tendones de Xavi, para nada le afectaron las rotaciones de jugadores referenciales como Busquets y marcaron los delanteros, necesitados de goles: Pedro parecía peleado con el palo y ayer embocó a la red; a Villa se le exige un tanto por partido y anoche cumplió después de un error de bulto, y ya se sabe que Messi no se da por satisfecho hasta que doblega al portero.
A La Pulga se le da especialmente bien el Coliséum Alfonso Pérez. Ayer estuvo tan soberbio que volvió a ser Di Stéfano más que Maradona. Fue Messi en tres dimensiones. La de goleador: abrió el marcador y ya se sabe que el primero vale por dos, aunque parezca fácil, como fue ayer por la cesión de Villa. La de asistente: preparó el 0-2 a Villa para devolverle el favor del 0-1. Y la de recuperador: propició el 0-3 por presionar al central y al portero. Messi ha marcado en los últimos cinco partidos y suma 63 goles en 63 partidos.
La voracidad de Messi contrastó con la docilidad del Getafe. El equipo de Míchel despertó tarde, frío al inicio y combativo al final, cuando los azulgrana recurrieron a Valdés para ratificarse como excelentes visitantes: ha ganado los cinco partidos en cancha ajena.
El próximo clásico se disputará en el Camp Nou y para entonces se supone que pocas cosas cambiarán: los goles del Barça tardan en llegar, necesitan mimo, mientras que los del Madrid son rápidos e instantáneos. El uno es un equipo fulgurante; el otro, radiante.
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