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EE UU lo intenta de nuevo

El 3 de noviembre, el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC) anunció un segundo programa de expansión monetaria con compras de bonos del Tesoro por 600.000 millones de dólares hasta fines del segundo trimestre de 2011. A esto deben agregarse 300.000 millones de dólares que la Fed seguirá comprando con los prepagos del portafolio de bonos hipotecarios. Así, el total de la expansión alcanzará 900.000 millones, equivalente a un 6% del PIB.

El principal objetivo del programa es reducir el costo de financiación y estimular la demanda agregada. Teóricamente, las compras de bonos del Tesoro desplazarían el ahorro hacia instrumentos de crédito empresarial, aumentando la rentabilidad de los proyectos de inversión y el valor de los activos financieros e inmobiliarios. Esto tendría un efecto positivo en la riqueza de las familias, la confianza y el consumo.

La valoración de la eficiencia del programa de la Reserva Federal no será inmediata ni sencilla

Estas perspectivas favorables podrían verse influenciadas por los recientes resultados de las elecciones intermedias si se percibe que habrá un mayor grado de colaboración entre la Casa Blanca y el Congreso. Lograr acuerdos políticos podría disminuir la incertidumbre fiscal y regulatoria, incentivando la contratación laboral, el ingreso disponible de las familias y el consumo privado.

No obstante, también existe un riesgo de que la expansión monetaria tenga efectos reducidos dado que las tasas de interés son históricamente bajas y que hay un escaso apetito por adquirir instrumentos financieros de mayor riesgo, que está vinculado a las débiles expectativas del consumo privado y la incertidumbre regulatoria. En un escenario menos favorable, el desplazamiento del ahorro y la inversión financiera podrían terminar en activos de economías emergentes y/o en materias primas. El impacto sobre la demanda interna sería limitado.

En caso de que el desempleo no disminuya y las presiones deflacionistas se mantengan por encima del rango de confort del Fed, el FOMC implementaría ajustes al programa. Esto podría implicar una ampliación del monto, el ritmo o los instrumentos que se compran, incluyendo por ejemplo bonos hipotecarios. Además, se podrían fijar objetivos de inflación, del nivel general de precios o del crecimiento nominal del PIB. Con todo, la valoración de la eficiencia del programa no será inmediata ni sencilla. La única experiencia relativamente comparable es la de Japón en la década de los noventa y los resultados no son muy halagüeños, aunque las diferencias entre ambas economías en términos de flexibilidad, activismo en la respuesta a la crisis y tamaño de los problemas acumulados son relevantes. Esto apoya un escenario en el cual la Fed mantendrá una postura decidida y a la vez flexible a fin de alcanzar su mandato dual de pleno empleo y estabilidad de precios.

Nathaniel Karp es economista jefe de BBVA Research en EE UU

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