De los monos

La reciente noticia sobre el descubrimiento en el desierto de Libia de pequeños primates datados en 38 millones de años renuevan las dudas sobre el origen de los antropoides. El dilema para los científicos estriba en la procedencia, si en Asia o en África, y cómo se expandieron.

Las reconstrucciones con las que se ilustra la noticia son reveladoras, asentados en las ramas de los árboles, pequeño tamaño de sus masas cerebrales, de tonos oscuros camuflados en el entorno, depredadores de su hábitat, de maneras hostiles hacia sus congéneres, etcétera. No en vano han pasado más de 38 millones de años de evolución. Muchos millones de años para las maneras, pero un soplo para los instintos que inexcusablemente hemos heredado los humanos. Es exagerado cuando el Homo sapiens ha logrado los viajes planetarios y los más recientes descubrimientos en genética pasando por la magia de las comunicaciones y la informática. No obstante, si analizamos las vivencias del día a día, nuestro entorno más cercano, incluso los hábitats mediáticos de nuestros políticos, podremos pensar que esa boutade inicial está cercana a la realidad de los monos Biretia argelinos. Ambición de poder, individualismo, hostilidad con el medio, depredación sin límites, etcétera. Con la salvedad agravante de que este sapiens tamiza sus instintos a través de la razón. Un pequeño paso para la naturaleza, ¿un gran salto para la humanidad?.