El plan oculto de Mariano Rajoy
Las reacciones, tanto de políticos como periodistas y analistas, a la entrevista de Rajoy en EL PAÍS, cargan las tintas sobre tres temas: posible recorte en derechos civiles, durísimo plan de ajuste económico y la pulsión del líder conservador por no definir el alcance del mismo. A quienes hablan de plan oculto les diría que si en algo se ha destacado el Partido Popular, con su jefe de cuando en cuando a la cabeza, es por decir exactamente eso, lo que no ha hecho sino reiterar el bueno de don Mariano. Sus recursos ante el TC no dan lugar a la sorpresa. Lo significativo en esa entrevista está en otra cosa que ha dicho y a la que nadie parece conceder importancia, a saber: privatizaciones. Bastó nombrarlas para que cayera en la cuenta de que las recetas de Rajoy ni se inspiran en el ideario cristiano, ni en Cameron, ni mucho menos en un improbable esfuerzo intelectual propio.
Es una receta vieja: menos gasto social, menos inversión pública, menos impuestos indirectos, y más impuestos directos, y privatizaciones para compensar la caja a corto plazo; y para garantizar con estas el nuevo mordisco a lo que es de todos por parte de ciertas élites empresariales, un perfecto quid pro quo del que el caso Gürtel no es sino su vertiente más desvergonzada y hortera.
Ese fue el discurso de Aznar y ese es el de Mariano Rajoy. Hasta recupera lo de medidas para generar confianza. Pero, ¿confianza en quién?, en quienes dispongan de capital para comprar Renfe, desde luego; o la explotación de los mejores centros de la Seguridad Social, o los canales de televisión autonómicos. Decidme, ¿hay en vuestro barrio muchos de esos?
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