La neutralidad de los reyes del papel
En el Movimiento 1 de Marzo, la poderosa coalición de intereses que facilitó el retorno del Partido Popular a la Xunta, tuvieron un protagonismo muy destacado algunos medios de comunicación. La victoria contra pronóstico de Alberto Núñez Feijóo les confirmó que vivíamos en un principado mediático y ratificó el cualificado juicio de Manuel Castell, para quien los medios de comunicación no son el cuarto poder sino el primero, el espacio donde se crea el poder y se deciden las relaciones de poder entre actores políticos y sociales rivales.
A pesar de la aguda crisis del negocio y del anuncio reiterado del ocaso de los periódicos tradicionales, en Galicia, entre todos los medios, siguen mandando los reyes de papel. Disminuyen sus ventas, se reducen sensiblemente los ingresos publicitarios y se diezman las redacciones, pero, aun así, su influencia no sólo no se apaga sino que parece aumentar. Es una de las muchas paradojas de nuestra prensa, se debilita el mensajero pero su mensaje sigue siendo igualmente determinante para formar la opinión ciudadana y promocionar las decisiones gubernamentales.
Los periódicos son factorías de ideas. En Galicia, de ideas conservadoras
La abundancia de cabeceras no se traduce en mayor pluralidad
En pocos años las luchas de poder se librarán principalmente en las pantallas del televisor, del ordenador y del teléfono móvil pero, de momento, la función política de la prensa es decisiva por su impacto en la audiencia ciudadana y por la credibilidad que acompaña todavía a los medios en papel. Hay otra razón que hace de los periódicos un instrumento estratégico, la destaca Julian Baggini en Más allá de la noticia: "La política no es simplemente un tema más en las noticias. En gran medida es ella misma noticia". La omnipresencia de la política en sus páginas convierte a los periódicos en medios imprescindibles para ocupar y mantenerse en el poder.
En Galicia, algunas cabeceras identifican sin disimulo tanto espacios de información como genuinos lobbies de presión en beneficio de los grupos económicos que se publicitan en sus planas o de las entidades financieras que avalan las empresas editoras. La reciente batalla alrededor de la fusión de las cajas de ahorro fue también el teatro de operaciones de una feroz guerra de tinta y papel. Antes, en las elecciones del 1-M ya se ensayó eficazmente su conversión en agresivos think tank, demostrando su capacidad para formatear los argumentos que abonaron el descrédito del bipartito y estimularon el recambio conservador.
Los periódicos son factorías de ideas. En Galicia, de ideas primorosamente conservadoras. Otra de las paradojas del espacio gallego de comunicación: la abundancia de cabeceras no se traduce en mayor pluralidad informativa. En el norte, en el sur, en todos los puntos cardinales de nuestra cartografía periodística, la mayoría de los think tank de papel trabajan la misma materia: el inmovilismo, la resistencia al cambio. En la variada oferta de los quioscos, de acuerdo con la sutil distinción de Caro Baroja, se puede elegir básicamente entre diarios conservadores y periódicos conservaduros.
La crisis económica es una amenaza más para la pluralidad informativa. Los forenses de medios insisten en que la muerte de los periódicos se debe a su mala gestión, al abandono de los lectores o a la merma de sus ingresos publicitarios, y atribuyen una relevancia menor a la escasez de las políticas de apoyo que la Xunta instrumenta a capricho. Con todo, para aliviar responsabilidades, el Gobierno gallego anunció un nuevo marco regulador de ayudas a las empresas de comunicación y una ley de promoción de los medios.
El secretario general de Comunicación, Alfonso Cabaleiro, adelantó que la ley de medios estará lista en 2012. Su tardía aprobación hace dudar sobre sus efectos benéficos: llegará cuando la Gran Depresión haya debilitado o liquidado un buen número de cabeceras. Además 2012 es, en Galicia, año pre-electoral y, en España, año plenamente electoral, época poco favorable para remover intereses o generar incomodidades a los reyes del papel, mucho más propicia para santificar una ley lampedusiana que lo transforme todo sin cambiar nada.
Mientras tanto, la política de grandes favores y ayudas rebajadas seguirá dando vida a un nunca declarado Fondo de Reestructuración Ordenada Mediática en el que el cuidado del pluralismo informativo o la promoción de la cultura y la lengua gallega serán delicados adornos y blindar -o alquilar- lealtades el principal cometido.
En todo caso, está garantizado que el Gobierno de Núñez Feijóo favorecerá la independencia y neutralidad partidaria de los periódicos si responden adecuadamente a la corrosiva pregunta de Mark Twain: ¿Usted contra quién es neutral?
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