Pesadilla Muniain
El joven delantero del Athletic ha provocado 10 tarjetas en el campeonato, más que nadie
En diciembre cumplirá 18 años y llevará más de 40 partidos en Primera (ahora, 33) con el Athletic. Se le habrá olvidado, quizá, que fue el jugador español más joven en debutar en ella, con 16 años, por obra y gracia de Joaquín Caparrós, en lo que algunos entrevieron un brindis al sol y otros una apuesta por la calidad. En diciembre no se sabe qué será.
Lo que sí se sabe actualmente es que Muniain es una fábrica de pesadillas para los rivales hasta convertirse en el futbolista que más tarjetas ha provocado, 10, en los nueve partidos de la Liga disputados hasta ahora, de los que solo ha jugado cuatro como titular y tres como suplente. En total, 420 minutos. Es decir, un promedio de una amonestación cada 42. Con una menos le siguen Eliseu o Callejón, habituales en las alineaciones del Málaga y el Espanyol. Sorprende que los grandes, Messi y Cristiano Ronaldo, no aparezcan entre los 15 que más han ocasionado.
Las versiones sobre Muniain varían. Para unos, influye su juego eléctrico y su conducción del balón, que, a gran velocidad, facilita que el defensa llegue tarde y cometa faltas aparatosas. Para otros, mucho tiene que ver la picardía de este muchacho que suple su falta de centímetros (169) con el ingenio de los pequeños y rápidos. De hecho, en la selección española sub 17, con la que disputó el Mundial de Nigeria 2009, ya le advirtieron de que no exagerase el trampeo porque los árbitros le tomarían la matrícula.
Seguramente, es una mezcla de las dos cosas. Muniain es joven, muy joven, y arriesgado. Tiene velocidad y su fútbol es tan eléctrico como conductivo. Le gustan las diagonales, los regates, los quiebros sobre sí mismo... Y sabe que el fútbol tiene una parte de engaño. Quien más lleva el balón es quien más posibilidades tiene de que le hagan falta y, por tanto, de lograr la tarjeta para el adversario. Sobre todo en los arranques del partido o en el arranque de su partido cuando salta desde el banquillo con el ansia de hacerlo todo en poco tiempo y la necesidad de agradar para ir labrando su futuro.
En el área tiene el peligro de los delanteros de apariencia frágil. El penalti que sacó el domingo a Rafa, central del Getafe, fue una acción de pillo al amparo de la lucha desigual que supone la carga de un grande a un pequeño. La misma acción de Rafa con Gurpegui o Llorente habría pasado inadvertida para cualquier árbitro. Muniain lo sabe y aprovecha su carcasa en lo que sería la mejor versión de Caparrós cuando solicitó a sus futbolistas que incluyeran las artimañas en su manual de conducta en el campo.
Pero no todo es pillería en Muniain, habilidoso e intuitivo, con una velocidad endiablada para la conducción y la protección del balón, que actúa como cebo para los defensas. El Getafe ha sido su última víctima. Tres tarjetas cobró a los de Míchel, desquiciados por sus diagonales y regates. Su partido fue calificado por el presidente del Athletic "como el mejor que ha hecho desde que está en el primer equipo". El chico, líder en la provocación de tarjetas y líder el domingo de su equipo, dice aislarse de los elogios recibidos. Y que el penalti fue penalti, aunque reconoce que "el árbitro pitó como podía no haberlo hecho".
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