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Columna
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Ronaldinho

Juan Cruz

Hace años le pregunté a Soraya Sáenz de Santamaría qué pensaba de Alfredo Pérez Rubalcaba, que entonces era portavoz del PSOE en el Parlamento. Y me dijo la actual portavoz del PP en la Cámara: "Es el Ronaldinho de las Cortes". El otro día vi jugar a Ronaldinho con la camiseta del Milan, ante el Madrid, y me pareció que era un pobre recuerdo de aquel jugador pletórico que levantó en aplausos incluso a la afición que comparte gustos con Rubalcaba.

A Ronaldinho lo vi fatal, pero Rubalcaba está hecho un brazo de mar. Ahora que tiene tantos puestos en el Gobierno no sé muy bien si se conformaría solo con la demarcación de Ronaldinho que le adjudicaba entonces su ahora firme oponente en la Cámara.

Él preferiría, seguramente, ser Ronaldo (el Ronaldo de ahora, Cristiano Ronaldo) que Ronaldinho, incluso en la versión mejorada de este. Pero le viene mejor, tal como es y tal como se comporta, ser Xavi, el Xavi del Barça, pues el Madrid tiene un Xabi, pero con b alta, b de Rubalcaba. Xavi no solo es capaz de ocupar diversas demarcaciones (interior, ariete, e incluso portavoz) en la alineación de Guardiola, mientras que el Ronaldo CR7 del Madrid juega tan solo con una idea fija en la cabeza: marcar, marcar y marcar.

Hay algo que tiene Xavi que no tiene tampoco Cristiano Ronaldo: humildad. Ronaldo se crece en la victoria pero se disminuye ante la dificultad. Es capaz de marcar muchos goles si ha marcado un gol, pero si no marca se le atrancan los pies. Se vio al principio de la temporada. Ahora se ha rehecho, por cierto al mismo tiempo que se ha rehecho (en el sentido estricto) el Gobierno de Zapatero y Rubalcaba.

Pues ante las dificultades Rubalcaba no es como Cristiano Ronaldo. Se crece. Ahora tiene el Gobierno la cosa chunga, y este es el momento de Rubalcaba. En una época ese papel lo cumplió Felipe González, que en medio de las mayores tormentas llevó una nave averiada a la victoria. Yo creo que el PP cree ahora que Rubalcaba es la reencarnación de Felipe, y le están haciendo un vudú de mil demonios. Soraya Sáenz de Santamaría, que es una excelente parlamentaria y manda mucho sobre Rajoy y sobre sus compañeros en la Cámara, debería pedirle a estos que la dejaran sola, y sobre todo que no entorpecieran su labor acumulando insultos sobre el oponente, aquel Ronaldinho que ahora quisiera ser Ronaldo cuando en realidad se parece a Xavi Hernández.

Lo que sucedió este último miércoles es un error de libro en el fútbol y en la vida política. Imaginemos que este rifirrafe era un partido de fútbol; dispara Soraya, ataja Rubalcaba, contraataca Soraya, etcétera; era un buen espectáculo, pero de pronto salen al terreno los aficionados (Hernando, Gil Lázaro) y se embarra el terreno de tal manera que a la gente se le queda el recuerdo de Rubalcaba y la memoria de una nebulosa en la que alguna vez estuvo la planta de Soraya Sáenz de Santamaría.

Pero ¿qué necesidad tiene el PP de agrandar a Rubalcaba? Lo está agrandando, está poniéndole tanta gente a marcarle que lo están haciendo un hombre con mayor proyección aún que la que él querría. Pero, en fin, ahí está el entrenador, que diga algo.

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