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Reportaje:FESTIVAL

¿Te acuerdas de...?

De 'Bonanza' a 'The wire', una muestra recopila las series que han hecho historia

Toni García

Embrujada, Los invasores, Los Ángeles de Charlie, La dimensión desconocida, El fugitivo, Dallas, Dinastía, Falcon Crest, Vacaciones en el mar... y suma y sigue. La lista es eterna y sirve para comprobar que eso de las series empezó hace más de medio siglo. Una exposición en formato cronológico e integrada en el marco de la 2ª edición del Festival de Series de Digital + (que se celebra en el Círculo de Bellas Artes) se ha propuesto demostrar que lo del culto catódico viene de lejos y que su influencia (sin Internet, sin descargas, sin campañas de mercadotecnia, sin inmediatez que valga) es mucho más larga que la sombra del presente. Todo empezó allá por los años sesenta del siglo pasado, con Bonanza, aquella saga que narraba las aventuras de los Cartwright, arriba y abajo del antiguo Oeste, tratando de ser algo más que una familia en tierra salvaje. Quizás no fue ese el inicio pero se parecía mucho a ello, a ese momento en que el serial televisivo pasó a formar parte de nuestra vida.

España vivió después de clásicos como Cañas y barro, El camino, Fortunata y Jacinta o la inevitable Verano azul, mientras al otro lado del Atlántico se hinchaban a facturar materia catódica y a exportarla a todo el mundo. ¿Quién no recuerda bombazos como Cheers, Corrupción en Miami o El gran héroe americano? Todos ellos -o casi- han sido engullidos por el remolino de la televisión contemporánea y relegados a un papel secundario cuando en realidad sería difícil imaginar la pequeña pantalla (en clave moderna) sin ellos.

Dallas, por ejemplo, creó tal obsesión que el intento de asesinato contra JR se convirtió en una locura global, cuando el término estaba lejos de inventarse para definir a la totalidad del planeta. Algo parecido pasó con Falcon Crest, donde la malvada Angela Channing adquirió estatus de leyenda; o Cheers, cuyo bar era frecuentado por media humanidad, o McGyver, una serie sobre un tipo que era capaz de fabricar un reactor nuclear con un chicle y un cepillo de dientes. La lista es infinita, pero sería injusto no mencionar algunos ejemplos más recientes y que han definido infinidad de series a lo largo y ancho de los últimos años: Twin Peaks, Expediente X y Oz. La primera se asomó a la pequeña pantalla a principios de los noventa y redefinió el rol de la televisión en la vida del espectador con una trama ambiciosa, deshilachada en ocasiones y, a veces, ininteligible, pero imprescindible. Su creador, David Lynch, sigue siendo objeto de admiración por parte del televidente por inventarse un mundo donde todo era más raro que la vida misma. La segunda, Expediente X, aterrizó poco después de Twin Peaks, como si hubiera esperado su turno. Telecinco se atrevió a programarla en prime time (algo que se antoja inconcebible hoy en día) y confiar ciegamente en ella. Los agentes del FBI Mulder y Scully se metieron en el bolsillo a media España con un producto absolutamente maduro (y totalmente marciano).

Finalmente, Oz es una serie casi desconocida que se emitió en su momento por Canal +, pero cuya importancia radica en el hecho de que fue la primera andanada (en clave serial) de una cadena llamada HBO. La apuesta, tomada a risa por la competencia, acabó generando cosas como Los Soprano, Sexo en Nueva York, The wire, A dos metros bajo tierra o Hermanos de sangre. El resto, como se suele decir, es historia.

La familia Cartwright, de la serie <i>Bonanza.</i>
La familia Cartwright, de la serie Bonanza.

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