Suspense hasta la última curva
Por desconocido, Corea parece el escenario perfecto para comenzar a decidir el Mundial
Aunque ahora parezca que el Mundial de 2010 pasará a la historia por ser uno de los más competidos de la fórmula 1, la verdad es que desde 1950 muchos campeonatos se han decidido en la última carrera de forma inesperada. No hay que ir muy lejos en el tiempo para encontrar momentos tan emocionantes como los que se están viviendo ahora, con cinco pilotos luchando por el título a falta de tres carreras para la conclusión. Sin embargo, la historia más reciente permite establecer una premisa: Fernando Alonso es uno de los pilotos que mejor se mueve en las circunstancias de estrés que producen los finales de infarto; la presión, en lugar de condicionarle y frenarle, le motiva.
La carrera que el domingo se disputará en Corea puede condicionar el futuro del Mundial, pero no va a resolverlo. Mark Webber es el líder del campeonato con 14 puntos de ventaja sobre Fernando Alonso y Sebastian Vettel, 28 sobre Lewis Hamilton y 31 sobre Jenson Button. Ellos cinco siguen siendo aspirantes a la corona. Sin embargo, en un análisis más lógico y preciso, la batalla real se centra en un australiano de 34 años, un español de 29 y una joven promesa alemana de 23. O lo que es lo mismo, en saber si Ferrari y Alonso lograrán arrebatar a Red Bull la superioridad que hasta ahora han demostrado en casi todos los circuitos. El papel de los McLaren es más secundario, pero puede incidir en el desenlace final.
Alonso cree que los Red Bull siguen siendo favoritos en el trazado asiático
Alonso ya demostró su solvencia en 2005 y 2006 cuando luchó contra Raikkonen y Michael Schumacher para conseguir los dos títulos mundiales que figuran en su palmarés. Conducía un Renault por el que nadie hubiera apostado antes de comenzar el campeonato de 2005. Pero él ayudó a convertir aquel coche en imbatible. En 2005 soportó sin problemas la presión de un Raikkonen (McLaren) que realizó una parte final dl campeonato demoledora, ganando cuatro de las últimas siete carreras. El asturiano reafirmó su título ganando la del cierre, Brasil. Más apasionante todavía resultó la pugna ante el heptacampeón Michael Schumacher y Ferrari. Se insultaron, Alonso trató de tramposos a los de Ferrari, y llegaron a dos carreras del final empatados a 116 puntos, después de que Alonso no puntuara en Monza tras ser sancionado por molestar a Massa en su vuelta de calificación. Sin embargo, en Japón Schumacher rompió el motor y Alonso ganó la carrera. Y en Brasil, el español no falló: acabó segundo y el alemán, cuarto. Era su segundo título.
Aquellos fueron finales apasionantes. Pero ninguno lo fue tanto como el de 2008, cuando Massa atravesó la línea de meta del último gran premio, el de Brasil, ganando la carrera y levantando los brazos como campeón del Mundo. Su padre y su esposa lloraban en el taller de Ferrari, mientras Lewis Hamilton adelantaba en la última curva a Timo Glock, acababa quinto y le arrebataba al brasileño una corona que ya había cantado. Un título mundial que al piloto de McLaren se le había escapado justo un año antes, cuando protagonizó una batalla campal con su compañero de equipo, entonces Fernando Alonso, en la que intervino de forma decisiva Ron Dennis, director de la escudería británica.
Aquel final también fue de infarto. A falta de dos carreras para la conclusión, Hamilton le llevaba 17 puntos de ventaja a Raikkonen y 12 a Alonso. Pero en China, donde ya tenía casi el título en el bolsillo, perdió sus opciones al quedarse parado sobre la grava en la entrada del pit lane por apurar en exceso los neumáticos. Y en Brasil, la última carrera, se obsesionó con no dejarse adelantar por Alonso y lo perdió todo casi de entrada al salirse de la pista y estropear su coche. Raikkonen, que estaba a siete puntos, fue el campeón después de que Massa le cediera la victoria. Alonso, tercero, igualó a Hamilton en el segundo puesto, y ambos acabaron a un punto del finlandés.
Emocionante también resultó la última carrera de 1999. Un accidente de Schumacher en Silverstone le alejó de la lucha por el título, que quedó centrada en Mika Hakkinen y Eddie Irvine. Llegaron a la última carrera, en Japón, con el irlandés de Ferrari dominando la clasificación con 70 puntos por 66 del finlandés de McLaren. Pero allí Hakkinen controló la carrera por delante de Schumacher e Irvine, que acabó tercero. Irvine hubiera empatado a puntos con el finlandés, si Schumacher le hubiera cedido la segunda plaza. Pero no lo hizo porque le odiaba y porque Hakkinen hubiera sido igualmente campeón por mayor número de victorias. Schumacher protagonizó también otros lances imborrables: en 1997, en el circuito de Jerez, la última carrera, echó de la pista a Jacques Villeneuve cuando éste intentaba adelantarle para ganarle el título. El canadiense acabó tercero y fue campeón. El alemán abandonó y fue descalificado. Y en 1994, cuando ganó su primer título mundial, Schumacher sufrió un despiste en la última carrera y se fue contra el muro, pero logró volver a la pista y chocar contra Damon Hill provocando el abandono de los dos. Schumacher fue campeón por un punto.
En 1988, Senna fue el campeón con 90 puntos y Prost segundo con 87. Pero el francés hubiera sumado 105 si hubiesen contado todas las carreras y no solo los 11 mejores resultados del campeonato. En 1986, Prost llegó a las dos últimas carreras con 57 puntos. Nigel Mansell parecía tener el título asegurado con 70 puntos. Sin embargo, el francés sumó 15 puntos y el británico ninguno y acabó cediendo el título a Prost. Sin embargo, la ocasión en que el título se ha decidido de forma más apretada, fue en 1985. Sólo medio punto separó a Niki Lauda, el campeón, de Alain Prost. El francés se hubiera impuesto si la carrera de Montecarlo que había ganado, no se hubiera interrumpido concediendo sólo la mitad de los puntos. Ahora, Alonso, Webber y Vettel pueden protagonizar otro final de infarto. O no, porque si Webber gana dos carreras, el título ya tendrá propietario.
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