El humanista pontevedrés que fundó Argentina

La celebración durante este año del bicentenario del nacimiento de Argentina ha destapado la vida de las figuras militares y políticas que hicieron posible la construcción del país austral. Hasta ahora de Pedro Antonio Cerviño, uno de los protagonistas de la Revolución de Mayo, lo que más sonaba a los porteños era su apellido, porque da nombre a una de las calles emblemáticas del coqueto barrio de Palermo. Hoy en día son cada vez más los que se interesan por la trayectoria de este gallego que participó en el establecimiento de los límites geográficos entre Argentina y Brasil y predicó el respeto a los pueblos indígenas.

Cerviño cruzó el Atlántico procedente de su Campo Lameiro (Pontevedra) natal. "Si tengo que definir a Cerviño en una frase diría que es el padre gallego de la Argentina porque en su figura se reúnen todas las virtudes e ideales que Galicia dejó a este país", señala Horacio Vázquez, autor de un libro sobre él y actual comandante del Tercio de Gallegos, un cuerpo militar fundado por el propio Cerviño, que se distinguió en la lucha contra las tropas inglesas que trataban de invadir Buenos Aires.

En su agitada vida, llegó a estudiar los restos de un meteorito

Defendió que los indígenas se quedasen a vivir en sus tierras

En su investigación, Vázquez trató de conocer mejor a un hombre cuya vida personal sigue siendo un misterio. "Ni siquiera sabemos bien los motivos que le llevaron a desplazarse desde Galicia a Buenos Aires cuando apenas contaba 17 años. Solo pudimos averiguar que era de una familia de origen noble pero humilde", señala Vázquez.Cerviño llegó a la capital argentina en 1774 y se incorporó como cadete al regimiento de infantería de la guarnición del Río de la Plata. Cuando aún llevaba poco tiempo en el nuevo continente volvió a España, concretamente a la Academia de Matemáticas de Barcelona, para completar su formación y convertirse en ingeniero militar. Según indica Vázquez, convertirse en aquellos tiempos en ingeniero era como hoy en día "estudiar para ser astronauta".

En el caso de Cerviño, los conocimientos adquiridos le fueron de mucha utilidad en los diversos proyectos que acometió a lo largo de su vida. Tras su regreso a Buenos Aires trabajó como miembro de la comisión que establecía los límites geográficos entre la región que hoy es Argentina y Brasil, viajó a una provincia del norte para estudiar restos de un meteorito y recorrió los ríos Paraná y Uruguay para realizar informes sobre su navegabilidad. Esta última tarea la realizó por encargo del también militar y naturalista aragonés Félix de Azara. En realidad Cerviño hacía el trabajo de campo que daría lugar al conocido libro Viajes por la América Meridional, del que es autor el propio Azara.

Vázquez explica que el rastro de las ideas progresistas de Cerviño puede encontrarse al repasar las notas que escribió para este libro, ya que habla de los indígenas que vivían en estas tierras siempre de forma muy respetuosa. "Era un humanista. Realizó estudios sobre el desarrollo poblacional de los lugares donde vivían los indios y siempre abogó por integrarlos y no por su expulsión", señala el autor de la biografía de Cerviño. El militar gallego también realizó una carta naútica del Río de la Plata y un plano topográfico de Buenos Aires.

Cerviño tuvo un papel destacado en la respuesta a los ataques de los ingleses a Buenos Aires durante la primera década del siglo XIX. Él había sido el primer director de la Escuela Nacional de Náutica que fue el embrión para la formación del conocido como Tercio de Gallegos, un cuerpo formado principalmente por soldados de origen gallego que tuvo un papel muy destacado para impedir que los ingleses conquistasen Buenos Aires y que actualmente se mantiene como cuerpo honorario.

Pese a la multitud de documentos revisados por el autor de la biografía, no resulta fácil realizar un retrato humano de Pedro Cerviño. Se sabe que se casó en 1802 con María Bárbara de Barquín, también con ascendencia española, con la que no tuvo hijos, y también se conoce su adscripción como laico a la orden franciscana. En Argentina su figura es sobre todo conocida por su participación en el Cabido Abierto que dio inicio a la Revolución de Mayo de 1810, que marcó el inicio del proceso de independencia de Argentina tras la invasión de España por parte de las tropas napoleónicas. Cerviño apoyaba al grupo liderado por el general Cornelio Saavedra, que abogaba por la llegada de los criollos al poder pero manteniendo las estructuras sociales creadas por el Virreinato del Río de la Plata. Cerviño murió apenas dos meses antes de que la independencia de Argentina se hiciese efectiva en julio de 1916.