"Me gusta que me llamen Spiderman"
Topal, un mediocentro "moderno", dirige hoy al Valencia en la decisiva cita en Glasgow frente al Rangers
A Mehmet Topal (Malatya, Turquía; 1986) se le ilumina esa cara de facciones duras, con una nariz prominente, cuando se le pregunta por su apodo, Spiderman, El Hombre Araña, que le pusieron los aficionados del Galatasaray. Mientras sonríe, se señala las piernas y, con un inglés escaso, intenta explicar por qué: "Tengo las piernas largas y siempre toco el balón. Me gusta que me llamen Spiderman", dice en alusión al mote, en cuyo homenaje su esposa se tatuó una araña en el lateral de una mano.
El Valencia necesita ganar hoy en Glasgow al Rangers para cimentar uno de los dos puestos que dan paso a la segunda ronda y a unos ingresos de cerca de tres millones de euros, según calculó ayer el presidente de la entidad, Manuel Llorente. El club ha movilizado a 141 personas en un vuelo chárter -entre los 21 convocados por Unai Emery, directivos, aficionados y periodistas-, señal de que es una cita decisiva. El inesperado empate del Rangers en la primera jornada ante el Manchester United en Old Trafford obliga al Valencia a ser ahora contundente en Ibrox Park.
"Como recuperador, se parece mucho a Busquets", destaca Mata
"Más que una araña, Topal es un pulpo", advierte Mata, que le compara con Busquets, su colega en la selección española; "Busquets juega más en corto y Topal desplaza en largo el balón. Le gustan los cambios de orientación. Como recuperadores, sí, se parecen mucho". "Busquets se suelta un poco más", tercia el portero argentino Leo Franco, ahora en el Zaragoza y compañero de Topal en el Galatasaray, "pero Topi tiene más fuerza, va mejor en el juego aéreo y aguanta muy bien el balón. De central puede jugar perfectamente". "Es el mediocentro moderno", le describe Braulio Vázquez, director deportivo del Valencia; "fibroso, elástico, rápido de zancada y con capacidad para sobrepasar las líneas con los pases".
De momento, sus participaciones como titular en el Valencia se cuentan por victorias, tres en la Liga y una en la Champions, ante el Bursa, lo que le ha convertido, en un mundo tan supersticioso como el del fútbol, en una especie de talismán.
El Valencia le seguía desde el Girondins-Galatasaray de hace dos temporadas. Entonces, Fernando Gómez, el anterior director deportivo, y Vázquez vieron en el estadio Jacques Chaban Delmas cómo secaba a Gourcuff. Más tarde le siguieron en un Francia-Turquía.
La incorporación del centrocampista ha caído muy bien en la caseta. "Como persona, es un crack, muy solidario", suelta Mata. Con una pega: apenas sabe castellano. "Nos comunicamos por señas", explica el delantero. "En el vestuario del Galatasaray era muy querido", recuerda Leo Franco. "Me fui llorando", agrega el mediocentro turco; "estuve allí cuatro años y jugué siempre con el corazón. La afición entendió que era el momento de irme".
A pesar de que el cuerpo técnico del Valencia está "encantado" con su rendimiento, le va metiendo poco a poco en el equipo, compartiendo el puesto con Albelda, al que se le respeta la jerarquía.
A los 24 años, a Topal se le presenta un futuro muy despejado en Mestalla, donde entendió que podía despegar y lanzar su carrera al más alto nivel. Después de rechazar una oferta del Everton, de ocho millones de euros, Topal se entusiasmó ante la llamada del Valencia el verano pasado. Y fue a hablar con Frank Rijkaard, su entrenador en el conjunto de Estambul, para que le permitiera marcharse. Lo hizo por cuatro millones y medio. "Rijkaard me ayudó mucho. Me dijo que el Valencia era el lugar ideal para mí", explica el jugador, enfundado en un chándal negro del club, momentos antes de volar a Glasgow. Todos sus poderes para atrapar el balón serán hoy necesarios para superar la fogosidad del Rangers.
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