"Mi número desnuda con el pañuelo no ofende a nadie"
Cuando uno recuerda a la mujer en plenitud que la noche del lunes extrajo un pañuelo rojo de su absoluta desnudez en uno de los números más apreciados del show del nuevo Molino, se sorprende al verla a la mañana siguiente. La célebre performer británica Úrsula Martínez (Londres, 1966, de madre española, de la que ha tomado el apellido), diva de culto de la contemporaneidad, recibe en su hotel vestida con una camiseta de rayas y unos tejanos de peto que se dirían salidos de La casa de la pradera. Parece más joven que en el escenario y ni te digo cuánto más inocente. Da corte ir directamente a lo del striptease que protagoniza, así que empezamos con tiento. "¿Mis estudios? Estudié en la Universidad de Lancaster. Soy licenciada en teatro y francés". La artista prosigue: "Mi especialidad es un one woman show que he presentado por todo el mundo y que llevaré ahora a la Opera House de Sidney. Se titula My stories, your emails y tiene una parte autobiográfica y otra con los mails que recibo de fans". ¿Qué le envían? "Todo tipo de cosas, desde ofertas de matrimonio a fotos de penes en erección". Lo dice sin variar el tono de voz.
"Me encanta El Molino, la intimidad va muy bien para lo que hago"
La artista no conocía El Molino. "Me ha encantado, lo he encontrado precioso, acogedor e íntimo. Para lo que yo hago la intimidad va muy bien. Me gusta conectar con el público y mirar a los ojos". En cuanto al número que ofrece hasta el sábado, su famoso Red magic, ¿es una maga que hace striptease o una striper que hace magia? "Ni lo uno ni lo otro, no soy maga ni striper, soy una performer, una artista del entertainment. Pero he combinado las dos cosas y juntas tienen gracia".
Le comento a Martínez, a la que en 2004 dedicó una retrospectiva el Barbican -ahí es nada-,que probablemente es más fácil desnudarse en el escenario cuando uno está arropado por un montaje teatral. "Al contrario, en una obra es más difícil, a mí me facilita las cosas el hecho de ser la autora, tengo muy clara la motivación, la decisión es solo mía, tengo todo el control". ¿Y le supone algún problema, desnudarse? "¡Qué va! Me he criado en una familia nudista. Incluso hice un espectáculo con mis padres, A family outing, en el que aparecíamos los tres desnudos en el cartel". Desde luego su striptease se desarrolla con gran naturalidad. "Sí, a ver, si describes el número como que saco el pañuelo del sexo
[en realidad la artista usa una palabra más gráfica], si lo dices crudamente, parece más chocante de lo que es; si lo ves, no ofende a nadie, lo he hecho delante de los príncipes Guillermo y Harry y en un club gay de Londres. En ningún contexto se ha ofendido nadie. Es muy natural".
Decía Martínez que no es maga. "Solo sé este truco, no estoy metida en ese mundo, aunque hace un par de años estuve en una convención de magos en Valencia". Pues quedarían sorprendidos. "Todos querían hacerse fotos conmigo. Ha dado mucho que hablar mi número; fíjate, con el truco más fácil, el primero que aprenden los niños, y yo he recorrido todo el mundo". Bueno, la variante es significativa. El género ayuda al truco, naturalmente. "Una mujer desnuda puede escamotear más cosas, pero los magos masculinos también tienen agujeros". Me quedo ponderándolo. Cuesta imaginar a Mandrake en ese escamoteo. En realidad, Martínez ha jugado más con la magia: su trabajo Light my fire, una reinterpretación posfeminista (y arriesgada) del lema Burn the bra, causa sensación en Internet. "Es un número en el que pego fuego a la tela que cubre mis tetas y a las bragas. Uso un material que los magos llaman flash paper, que provoca luz y una llamarada, me quedo desnuda en medio de un bonito resplandor".
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