El niño que rompe moldes
El triunfo acerca a Márquez al título de 125cc tras batir varios récords de precocidad de Rossi
Como no le dan champán cuando se sube al podio, Marc Márquez, de 17 años, se vació ayer sobre la cabeza una lata de la bebida energética que le patrocina y con la que siempre aparece tras las carreras. No suele hacerlo. Como tampoco acostumbra a mostrar desbocadas emociones. Ayer, sin embargo, cruzó la línea de meta con el dedo índice en alto en señal de victoria. En él no es extraño el triunfo. No era esa la única razón. La victoria en el Gran Premio de Australia, lograda con consistencia y seguridad, le acerca un poco más al título mundial de 125cc, la categoría de las motos pequeñas. Lo sabe él. Y lo saben sus rivales: Nico Terol, de 21 años, que terminó tercero, y Pol Espargaró, de 19, segundo. Otros dos españoles que no han perdido sus posibilidades. Tras Australia, 12 puntos separan a Terol del líder y 17 a Espargaró. Y apenas quedan 50 puntos en juego, dos carreras: Portugal (31 de octubre) y Comunidad Valenciana (7 de noviembre).
Márquez, Terol y Espargaró no han dado tregua a los restantes pilotos. Entre los tres han ganado todos los grandes premios y todos ellos han liderado en algún momento el campeonato. Es la lucha más reñida en la historia de la categoría. Márquez es el talento, la inteligencia, la calma. Terol, la experiencia, la pillería, el trabajo. Y Espargaró, la velocidad pura, el atrevimiento, la agresividad en la pista.
Márquez, el más joven, dice empezar a sentirse un hombre. Fascina por su madurez inesperada. Es el niño que no para de romper moldes, el prodigio de la cilindrada. Se está encargando de fulminar los récords de precocidad de Valentino Rossi, el más joven en encadenar tres poles hasta que llegó él, discípulo de Emilio Alzamora, que ha sumado cuatro; Rossi era también el que más poles había acumulado en una sola temporada y ahora lo es Márquez con 11. Y con el triunfo de ayer iguala también al español que más ha conseguido en un año, hazaña que ostentaba en solitario Jorge Martínez Aspar. Puede superarlo. E incluso igualar el récord absoluto, en posesión también de Rossi, que ganó 11.
Márquez es, pues, el gran favorito. Porque la presión no parece afectarle. Porque es el de la trazada perfecta. Y porque la mayoría de las veces que no ha subido al podio no fue por culpa suya: se le rompió el tubo de escape en Jerez, fue penalizado injustamente tras saltarse una chicane en Indianápolis y fue atropellado por Krummenacher en Aragón. Solo se le puede responsabilizar de sus pobres nueve puntos en Brno. Márquez cuenta además con un equipo superprofesional, el Ajo Motorsport, que hizo campeón a Mike di Meglio y subcampeón a Mika Kallio.
Terol lo sabe. Y Espargaró no quiere pararse a pensarlo. Se concentran en no fallar, que no es poco, como hicieron ayer. Estarán ahí por si la fortuna les sonríe. Porque el trabajo ya lo han hecho. Cada uno suma tres victorias. Poco botín para competir con Márquez. Terol, la joya del equipo de Aspar, acusa una lesión que le obligó a perderse dos carreras, si bien fue aplaudido por regresar más fuerte incluso: tras aquello obtuvo dos victorias y tres segundos puestos de forma consecutiva. Espargaró, en el equipo menos poderoso, el Derbi Tuenti, ha cometido menos errores. Pero también es el menos regular. Necesita un golpe de madurez. Un niño de Cervera (Lleida), un chaval de Alcoi (Alicante) y un chico de Granollers (Barcelona). Uno de ellos ganará el Mundial. Los tres miran al futuro con optimismo. En Moto2 ya se los rifan.
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