La transformación de Mourinho
"Nunca un equipo mío tuvo tanto el balón como lo tiene este Madrid", dice el técnico
Los empleados del club le escucharon proclamar que las pitadas que le dedicaban los aficionados le importaban una higa. Lo dijo con ese aire de filibustero que parece agitarle en los momentos críticos. Pero no era cierto. El sábado José Mourinho ofreció un producto mejorado a conciencia. Al margen de golear (1-4) al Málaga, al Madrid le ocurrió algo notable. El equipo gestionó el balón con más criterio que nunca en los últimos meses. Mourinho se dio cuenta y lo reconoció frunciendo el ceño al salir de La Rosaleda: "Nunca un equipo mío ha tenido tanto la posesión como este".
Mourinho repasó las estadísticas sobre el terreno. Verificó que el Madrid había tenido la pelota un 59% del tiempo de juego en Málaga y que en los siete partidos de Liga disputados la media había sido del 62%. Lo contrastó con su historial. Se lo sabe de memoria. No tiene que acudir a una base de datos para recordar que en su primer año en el Chelsea la media de posesión de su equipo fue del 56%, y que en las dos temporadas que siguieron en Stamford Bridge el promedio se elevó a medida que mejoraba el funcionamiento colectivo, del 57,3% al 57,6% por partido. En el Inter empezó con un 53% en el primer año, y evolucionó a un 57% en el segundo, cuando contó con Sneijder para organizar el ataque.
El Chelsea y el Inter no pasaron del 57% de posesión. Los blancos alcanzan el 62%
Anticipándose a males desconocidos, Mourinho se ha metido en su laboratorio para producir nuevos remedios. En Madrid, ha mantenido largas conversaciones con sus jugadores, ha escuchado a sus ayudantes, y ha pensado largamente sobre los gustos de la hinchada que le recibió con pitos en su presentación en el Bernabéu en partido oficial, el 12 de septiembre. El resultado es un cambio que, en Málaga, pasó por suprimir el doble medio centro, o doble pivote, para jugar con Xabi Alonso solo por delante de los centrales, y Khedira y Di María descolgándose como interiores, derecho e izquierdo respectivamente. "Hoy he jugado donde jugaba Redondo, manteniendo la posición por delante de los centrales", dijo Alonso, repasando la historia.
El esquema del Madrid se pareció mucho al clásico 4-4-2. Facilitó el encuentro de los jugadores en el medio campo y las líneas se juntaron. "Hemos cambiado", admitió Mourinho; "es cierto que Di María, que venía jugando como extremo, aquí ha jugado como interior. Pero no explicaré la causa. Solo diré que ha salido bien".
Mourinho evaluó su labor al frente del Madrid y la contrastó con su experiencia en los últimos diez años. "Es posible que esté dirigiendo al mejor equipo que he tenido en mi carrera", admitió. "Pero de momento no es posible asegurarlo. Con el Oporto gané una Champions, con el Chelsea gané muchos títulos, y con el Inter gané todo. Habrá que esperar a ver si este Madrid puede conseguir títulos. Lo que sí ha supuesto un cambio es el modo de jugar. Mis equipos nunca han tenido tanta posesión del balón como este Madrid. Creo que cada campeonato exige articular un modo determinado de juego para alcanzar el éxito. No se puede ganar la Premier jugando como se juega en la Liga, y de igual modo no es posible ganar la Liga haciendo el fútbol que se hace en la Premier. Es preciso hacer una adaptación a la cultura local y al tipo de jugador".
El Madrid sigue encontrándose. Ya tiene el balón tanto como el año pasado con Pellegrini: 27 minutos por partido de media. Mourinho prosigue con su cuarta metamorfosis. Como dijo Arrigo Sacchi: "Es el único entrenador al que he visto cambiar de estilo en tres países diferentes".
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