Ascensión imparable
Ha llegado a su despacho antes de lo previsto. Y ya ocupa el sillón de consejero delegado de Abengoa (compartido con Felipe Benjumea, también presidente de la ingeniería sevillana, eso sí) en vez del de su filial estadounidense Telvent, que presidía igualmente. La compañía justifica la anticipación de su nombramiento, que teóricamente entraría en vigor en 2011, en el rápido traspaso de papeles entre los equipos. Al fin y al cabo, todo queda en casa.
Manuel Sánchez Ortega es una solución de continuidad en el grupo, donde trabaja desde hace 22 años; lo mismo que su sustituto en Telvent, Ignacio González Domínguez, que era su segundo y, por tanto, su relevo natural.
Ambos son reconocidos en la empresa sevillana como artífices de gran parte del crecimiento logrado en los últimos años. En una década ha multiplicado casi por seis sus ventas y por ocho sus beneficios, y ha pasado por la crisis de puntillas. En 2009 sus ingresos aumentaron más de un 10% y sus beneficios más del 20%; y en el primer semestre de este ejercicio, aunque el resultado neto ha caído por encima del 9%, sus ventas han crecido un 36%.
Trabaja en el grupo desde hace 22 años. Desde 2001 ha ocupado tres cargos
Sánchez Ortega es un ingeniero industrial eléctrico que se licenció en ICAI en 1988 y un año después fichó por Telvent. Precisamente la Universidad Pontificia Comillas le concedió el Premio Javier Benjumea el año pasado en reconocimiento a su trayectoria profesional que arrancó en las aulas de ICAI, donde fue profesor del Laboratorio de Máquinas Eléctricas hasta que, en 1995, la firma decidió enviarlo a México como director general. Entonces aprovechó para realizar un posgrado en administración de empresas por el IPADE mexicano.
Permaneció en el país americano hasta 2000, cuando fue nombrado director general de la filial Telvent Energía y Medio Ambiente. Y su ascenso continuó casi de año en año. Primero fue designado director general, después consejero delegado y finalmente presidente de Telvent.
Posiblemente echará de menos de su periplo estadounidense la cita a la que asistía en Times Square (Nueva York) anualmente. Era invitado a participar en la ceremonia de cierre de la sesión del Nasdaq, el mercado de valores tecnológicos, donde solo 200 empresas de las 3.500 que cotizan son reclamadas para presenciar el evento.
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