Valencia se llena de fantasmas
La Feria acoge el congreso mundial de espiritismo, una creencia nacida hace dos siglos en Francia que se toma muy en serio
Salvador Martín, 37 años, bombero en Ciudad Real y presidente de los espiritistas españoles, tuvo ayer un día ajetreado. Feria Valencia acogía el 6º Congreso Espírita Mundial y Martín se multiplicaba por el centro de eventos. En la feria del espiritismo era imposible, sin embargo, dar con alguien que leyera la palma de la mano o los posos del café. Olvídense también de la güija. Quien más quien menos todos los asistentes afirmaban haber tenido alguna experiencia con los muertos. Pero los espiritistas se toman muy en serio, y consideran esos métodos un timo o una frivolidad.
Su creencia está a medio camino de la religión y la filosofía. Rechazan que se les considere una secta, pero tienen algo parecido a un gurú. Se trata del pedagogo francés Allan Kardec (su nombre original era Hippolyte Léon Denizard), que falleció en París en 1869. "Los espíritus estaban interesados en traernos una filosofía", cuenta Martín, "y Kardec se dedicó a recopilar esas comunicaciones por indicación de los propios espíritus". De aquel contacto surgió El libro de los espíritus, obra fundacional del movimiento.
El presidente de los espiritistas es un bombero de Ciudad Real
"Los espíritus tenían interés en traernos una filosofía", afirma
Aquella época, el siglo XIX, sigue muy presente entre sus seguidores. Sin necesidad de preguntarle, el presidente de la Federación Espírita Española reconstruye una historia de persecución que empieza en 1861 con un auto de fe: la quema de un fardo de libros de Kardec por la Inquisición en la explanada de la Ciudadela de Barcelona.
La Iglesia y los espiritistas no han tenido una relación fraternal, pero Martín destaca algunas coincidencias: "Ambos creemos en Dios y en la inmortalidad del alma. Jesucristo es, además, un ejemplo fundamental para nosotros. Pero hay diferencias en la justicia divina, que condena a unos al sufrimiento y eleva a otros a la felicidad. Nosotros creemos en la reencarnación".
Los organizadores aseguran que por el congreso han pasado 2.000 personas. Ayer se podían contar unos cientos. Muchos llegaron aquí porque en su día buscaron desesperadamente consuelo. Como la colombiana Ana Murillo, licenciada en Filosofía, que está convencida de que habló con su hermano a través de un médium. O Pepa Robles, de Mallorca, que cree firmemente en que se reencontrará con su marido como espíritu.
Los fantasmas, en todo caso, no tuvieron nada que ver con la elección de Feria Valencia: "
Estamos aquí por la infraestructura", dice Martín, "y por el precio económico de los hoteles".
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