Brasayleña, carne a ritmo de samba

Cualquiera que haya viajado a Brasil sabe que el rodízio, o el restaurante tipo rodízio, es una especie de bufé libre en el que, por un precio fijo, puedes comer todo lo que quieras. Te sientas a la mesa y una sucesión interminable de camareros se va acercando con unos pinchos de metal enormes en los que viene ensartado un corte de carne. Dependiendo de tu apetito y tus gustos, vas indicando a los camareros si quieres de este o aquel corte.

Pedro López Mena, que ha viajado varias veces a Brasil y proviene de una familia con intereses en el negocio de la carne, no podía entender cómo el rodízio, de raigambre tan popular allí, en España estaba reservado a quienes pudieran pagar un cubierto de 40 o 50 euros. Así pues, después de unos años trabajando en la empresa familiar y de una experiencia gestora en una firma de despiece cárnico, llegó a la conclusión de que "si no quieres tener como socios a los bancos, lo mejor para montar un negocio es saber que, en la medida de lo posible, lo ideal es crecer con recursos propios". Y como tenía la opción de decidir qué hacer con el dinero, creyó llegado el momento de probarse como empresario, poniendo en práctica una idea que llevaba años en su cabeza: Brasayleña, una cadena de restaurantes que pusiera el rodízio al alcance de todos los bolsillos.

Sentado en una mesa de uno de los locales de Brasayleña, López Mena cuenta que trabajando de comercial para la empresa familiar "visitó muchos centros comerciales y descubrió que cuando algo funciona en un negocio suele ser por algo, y que cuando no funciona, también".

El emprendedor vio cómo muchos negocios, aun estando siempre llenos, acaban cerrando porque los encargados o los dueños vivían por encima de sus posibilidades. "En restauración, el cliente paga al acabar de comer, no funciona a crédito. En cambio, a quien le compras la carne le pagas a 30 o 60 días. ¿Cómo puede haber pérdidas, si cobras antes de pagar?". Algunos porque cuando empezaban a tener éxito descuidaban la higiene o la reposición de artículos rotos porque "solo pensaban en hacer más caja. Y así es como después de unos años tienes un local sucio y con desperfectos en el que la gente no está cómoda y no entra. Igual que cuando compras materias de menor precio y calidad pensando en ganar más", dice.

Con locales en cinco municipios de Madrid, Brasayleña apostó desde el inicio por el centro comercial. "Entrar en ellos supone, automáticamente, jugar en la champions league de las marcas, y eso es lo que necesitábamos: potenciar la nuestra. No se trataba de crecer muy rápido, en número de locales, sino de hacerlo con solidez". "Ello nos permitiría negociar mejores condiciones con los propietarios de esos centros, que no es fácil", dice López, "puesto que quieren cadenas que les garanticen una rentabilidad y, entre otras condiciones, exigen un aval de siete meses de renta para sentarse a negociar, lo que supone unos 70.000 euros".

Parece que la fórmula funciona "y a ello nos ha ayudado la crisis, pues hemos podido negociar en mejores condiciones las aperturas", zanja el emprendedor. -