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Columna
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¿Qué puede sorprendernos?

¡Sorpresa, sorpresa! Vivimos una etapa catalana/global llena de emociones y, sobre todo, de imprevistos. Lo impensable caracteriza nuestra época. ¿Ejemplo? la crisis que vive esta generación. Nadie sabe cómo ha sido: éramos ricos pero el hábitat ya es la precariedad. Se tomaron medidas ejemplares: se financió a los bancos con dinero público, se diseñaron reformas laborales -para que el despido, claro, creara empleo- y todos apretamos el cinturón. Resultado hoy por hoy: el Fondo Monetario Internacional se alarma de que baje el crecimiento y aumente el paro. ¿Sorpresa, sorpresa?

Para mayor sensación planetaria: los chinos no solo compran medio Estados Unidos, sino que vienen de compras a Europa para mostrarnos que son los más ricos del mundo: hay millones de millonarios chinos. ¡Vaya mercado! Los ojos occidentales se ponen brillantes y con chiribitas. Cataluña -y todos los demás- quieren fabricar un coche chino. Nadie, por cierto, pregunta cuántos millones de pobres chinos existen en la mágica dictadura comunista/capitalista china. ¿Pensaba alguien hace 10 años que todos harían reverencias a los chinos? Entonces prevalecía la antigualla bonapartista del peligro amarillo. Qué gran sorpresa: ahora son el modelo. Mao no lo podría creer.

Lo sorpresivo es que Artur Mas asegure que si es elegido presidente de la Generalitat, reducirá el paro a la mitad

Tampoco estaba previsto que hoy jóvenes españoles con dos carreras e idiomas estuvieran, como chinos de los antiguos, buscando trabajo. ¿Saben que los parados que estudian no se contabilizan en las cuentas oficiales como parados? El presidente Zapatero dijo hace poco que estudiar es un trabajo. Por tanto, un estudiante sin trabajo es definido por nuestros burócratas como "demandante no disponible". ¡Imaginativo, imprevisto! Moderno. ¿Sorprendente? Lo sorpresivo es que el candidato Artur Mas asegure que si es elegido presidente de la Generalitat, bajará el paro a la mitad. Eso ya sería un milagro. Pero estamos en etapa de ilusiones electorales, de fe ciega y de imprevistos programados.

En estas circunstancias, el presidente Montilla hizo el otro día un balance de gestión, que es como se llamaba antes a un discurso o conferencia para explicar lo que se ha hecho en cuatro años. Pero, según periodistas cool barceloneses, Montilla "hizo un relato" de su etapa, es decir: contó una historia. ¿Un cuento? ¿Cuento chino? No, por Dios, pero los buenos políticos, hoy, protagonizan relatos y puestas en escena. Como un actor cualquiera. Así describen a los políticos los jóvenes mediáticos que han tenido móvil y ordenador en la cuna. ¿Se sorprenderá alguien de que se devalúe la política si insisten en que votar a Montilla es votar a Zapatero? ¿Será ese el próximo imprevisto?

Tecnología y política, aseguran sus expertos, se aman. Alguien creyó que Twitter fue capaz, por sí mismo, de decretar el estado de excepción en Ecuador cuando el presidente Correa fue secuestrado hace unos días. Si eso es así -sorpresa, sorpresa- habrá que explicar que un ejército de militantes españoles, catalanes y de todo el mundo -pagados, por supuesto- son quienes dan vidilla a Internet (Facebook y Twitter incluidos), igual que antes llamaban a las radios clamando por su político o dogma favorito, siempre de derechas.

La política -sorpresa previsible- mueve mucho dinero. Tanto dinero hay que el miércoles próximo la ex Fundació Trias Fargas, hoy CatDem (familia convergente), convoca la Nit del Pensament para dar un premio de ensayo, escuchar una conferencia de Xavier Rubert de Ventós (¡!), degustar canapés firmados por Martín Berasategui y asistir al cierre del acto a cargo de Artur Mas, protagonista per se. Todo ello -esto es lo mejor y lo más democrático- con entrada gratuita en un gran hotel de la ciudad. Se trata de recuperar els Valors, con mayúscula, la cultura y el pensamiento propio. Por su parte, Sánchez Camacho, presidenta pepera, ni relatará ni cerrará nada, pero, oh, "disertará sobre Programa electoral para Cataluña ante la crisis" (sic), para amenizar un almuerzo de los amigos del Círculo del Liceo.

¿Hay algo capaz de sorprendernos? Desde que se bendijo en el Parlamento catalán que los toros son parte de la política (y en Madrid lo aceptaron), cualquier imprevisto ya es normalidad. Y olé.

Margarita Rivière es periodista.

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