Faltos de oxígeno
Dos textos de su diario, publicados el domingo 3 de octubre (el editorial Campus sin excelencia y el artículo La universidad anda sin oxígeno), ponen de manifiesto la situación actual de la Universidad española, a la cual se exige que alcance la cima de los ranking y la excelencia, pero se le dice que debe hacerlo sin un equipo de escalada adecuado, que sí posee la competencia, y encima sin oxígeno. Mal vamos.
Pese a no tener buenos equipos y andar faltos de oxígeno, algunas universidades estamos empezando a tener una presencia internacional remarcable. Es el momento de hacer apuestas seguras y diferenciar universidades. Siguiendo el símil de la escalada, quiero decir que no todos los montañeros caben en la cumbre. Todos hacen una labor importante, pero para alcanzar la cumbre hay que elegir a quien esté en mejor forma y pueda garantizar el éxito de la misión.
Ha sido sin duda audaz e interesante la propuesta del Ministerio de generar agregados científicos bajo un proyecto estratégico y concederles, previa evaluación por una comisión internacional, el título de Campus de Excelencia Internacional. Pero, lamentablemente, la única fuente de financiación conseguida tras pasar esas duras pruebas ha sido en forma de préstamo, que por cierto deben devolver las comunidades autónomas respectivas. En el caso de la Universitat Autònoma de Barcelona y del resto de universidades catalanas, este dinero ha servido en la práctica para compensar un recorte en inversiones previamente pactadas y comprometidas. Algo no funciona si el reconocimiento de la calidad supone poco más que un diploma.
Es hora de coger el toro por los cuernos y afrontar los dos problemas que actualmente sufrimos las universidades empeñadas en ser excelentes. Dos problemas que hay que resolver a un tiempo: la financiación y la gobernanza. Solo pido, modestamente, que no innovemos demasiado para poder resolverlos. Sigamos aquí la máxima del "que inventen ellos" y limitémonos a copiar lo que ya funciona bien en los sistemas universitarios europeos. Y tengamos paciencia.
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