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Reportaje:

Arte restaurado, joyas encontradas

La recuperación del patrimonio centra una exposición en el Centre del Carme

La restauración de un cuadro del Monasterio de Santa Clara de Canals, una pieza olvidada en un convento abandonado, descubrió en 2007 una obra de arte del siglo XIX, La Santa Cena de Vicente López. Mayor sorpresa fue descubrir que un cuadro intervenido para la exposición de este año La gloria del barroco perteneciente a la Iglesia de San Andrés fue pintado por la mano de Ribalta. Las excavaciones en Sant Antoni de la Vespa, en Morella, desenterraron las colosales extremidades posteriores de un titanosaurio, un saurópodo de hace 115 millones de años. Y la limpieza de una pequeña campana del Monasterio de la Roqueta permitió constatar que es la más antigua de toda la Comunidad Valenciana, debido a la inscripción De Daroca, que deja vislumbrar que llegó con los primeros repobladores de las tierras valencianas tras la conquista de Jaume I.

En 15 años se ha intervenido sobre 7.300 objetos de 352 poblaciones
Se exhibe desde el 'Llibre dels Furs' hasta un traje de luces del siglo XIX

Se trata de tesoros ocultos, joyas perdidas y ahora reencontradas y piezas de arte ya conocidas pero que han recuperado su viejo esplendor. Y se muestran en vivo, o se explican en paneles, en la exposición Restaura: quince años recuperando nuestro patrimonio, que hoy se inaugura en el Centre del Carme de Valencia, monumento este, el viejo convento de los carmelitas, que se constituye en sí mismo, puesto que a su vez es objeto de una intensa restauración desde hace años, "en continente y contenido de la exposición", según explicó ayer el secretario autonómico de Cultura, Rafael Miró, durante la presentación a los medios de la muestra. "Queremos dar a conocer todo aquello que se ha hecho en 15 años en materia de restauración", manifestó el responsable político, que dedicó la muestra a los cientos de personas implicadas, desde conservadores a historiadores, desde restauradores a arquitectos, que han trabajado estos años para dar lustre al patrimonio valenciano desde seis instituciones públicas: el Ivacor, la Dirección General de Patrimonio y las fundaciones Luz de las Imágenes, Jaume II El Just, Blasco de Alagón y Pere Compte. Un trabajo que, según Miró, se encontró hace años con el escepticismo -"cuatro piedras que no valen para nada"- y que concentra más atención a medida que se inauguran nuevas exposiciones.

La muestra se articula en torno a la inmensa sala Ferreres, junto al claustro gótico del convento, a lo largo de 10 salas, dedicadas a ocho disciplinas: paleontología y etnología; arqueología; pintura (dos salas); orfebrería; papel; textil; escultura (otros dos espacios); y arquitectura.

Y la muestra constituye una buena representación de lo hecho estos últimos 15 años, en los que se ha intervenido sobre 7.300 objetos de 352 poblaciones valencianas y con una inversión próxima a los 200 millones de euros. Así, los trabajos se ilustran con cerca de 1.800 fotografías en paneles explicativos y decenas de objetos guarecidos en vitrinas.

Los visitantes pueden contemplar el Llibre dels Furs, del Archivo Municipal de Valencia, al tiempo que un traje de torero del siglo XIX perteneciente al Museo Taurino. También se exhibe el Retablo de los Santos Juanes y la Tabla de Santa Úrsula de la Colegiata de Xàtiva, junto a la explicación de su proceso de restauración. O el cuadro de Esteban Sala titulado San Pascual Bailón adorando la Eucaristía, de la Iglesia de Santa Catalina y San Agustín.

Muy próxima, se encuentra la tapa del sepulcro del obispo Vidal de Blanes, labrada en el siglo XIV en alabastro oriental y perteneciente a la Catedral de Valencia. En una muestra donde lógicamente no se pueden exhibir muchas de las valiosas obras restauradas, ni los propios edificios intervenidos, se ha pretendido que haya una representación variada de las distintas técnicas usadas para cada tipo de pieza. Por eso lo mismo se muestran unos cabezudos de Artana que las fotos de Los ángeles músicos hallados en la cúpula de la Catedral de Valencia. O un peine de marfil de la Edad de Bronce. O falcatas íberas de Alcoy. O azulejos de una cocina valenciana de Serra d'Engarceràn. O la Carta Puebla de Requena.

La exposición, abierta hasta el 30 de noviembre, se acompañará de talleres para 2.400 estudiantes valencianos. Para que admiren su propio patrimonio y descubran algunas joyas ocultas.

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