_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pelonas, gais y piquetes

La ofensiva la inició el mismo periódico que anda todavía buscando por lejanas montañas nevadas a los verdaderos autores de la masacre del 11-M, ignorando los miles de folios que dan por cerrado el caso. El titular no podía ser más obsceno: "Griñán busca mujeres rapadas hace 70 años para darles 1.800 euros".

De inmediato siguió un batallón de analistas y articulistas varios, unos pretendidamente chistosos, otros patéticos, que pusieron a caer de un burro al Gobierno andaluz, que acaba de aprobar un decreto por el que todas las andaluzas que fueron vejadas durante el franquismo serán indemnizadas con 1.800 euros. Primero, porque dicen que quedan pocas vivas y segundo, por la magra indemnización asignada.

Pero eso es solo una excusa. En realidad, les molesta que un Gobierno socialista quiera reparar, en parte, las heridas causadas por sus mayores.

Aproveché la jornada del 29-S, día de la huelga general -sí: yo también fui; por eso esta columna aparece con siete días de retraso- para terminar de leer la última y extraordinaria novela de Almudena Grandes, Inés y la alegría. La protagonista, Inés, sufre el abuso de uno de esos descerebrados fascistas, el comandante Garrido. Uno de esos "buenos chicos que besaban las manos de los obispos", mientras se valían de su pistola para forzar a una mujer desvalida.

No es un tema pasado. Es una realidad desgraciadamente palpable. Una herida que aún sangra. Ayer mismo, este periódico recogía una carta estremecedora de un lector, Miguel Aceituno, en la que cuenta que su abuelo, su tío y su padre fueron fusilados por los franquistas en su pueblo, Rute (Córdoba), y su madre, condenada a limpiar las letrinas del cuartelillo de la Guardia Civil por las mañanas y por las tardes obligada a cantar el Cara al Sol. Cuando se negaba, le hacían tragarse un frasco de aceite de ricino.

Aunque, 70 años después, muchas de aquellas andaluzas hayan fallecido, se merecen este reconocimiento. Lo mismo que los homosexuales, también represaliados y encerrados en siniestros manicomios. Para ellos, el Gobierno andaluz elabora otro decreto.

A la derecha, tan crecida, tan rabiosa, le molesta que nos sigamos acordando de las víctimas del franquismo. Les duele que haya gobiernos, el de Zapatero, el de Griñán, que intentan reparar y devolver la dignidad a todos los machacados por el franquismo: los que fueron ejecutados y aún reposan en cunetas, los que fueron encarcelados y torturados; las mujeres violadas, humilladas, rapadas; los gais recluidos por vagos y maleantes...

Esa derecha rabiosa clama contra cualquier medida de reparación del mal causado, porque en el fondo siguen teniendo el corazón teñido de azul. Porque quienes cometían aquellas tropelías eran sus abuelos y sus padres ideológicos.

Están rabiosos y se les nota. Gracias al Ojo izquierdo, un blog indispensable para saber por dónde vienen los tiros (José María Izquierdo, en elpais.com), estamos al día de la ofensiva contra todo lo que se mueva en la izquierda. Estos días, además de a gais y a pelonas, han apuntado a los sindicatos.

A sus dirigentes les han dicho de todo. Al día siguiente de la huelga, estas son algunas de las lindezas aparecidas en los medios de esa derecha furiosa: matones vagos, gandules, mafiosos energúmenos camorristas, trileros, macarras... Uno les recomendó, ante el fracaso de la huelga, la soga en la buhardilla, mientras el exquisito Carlos Herrera resumía: "Que les den por donde el sol no brilla".

¿Se imaginan a ese batallón de plumíferos con mando en plaza, en un Gobierno del PP? Sí, es cierto que el giro a la derecha de Zapatero es indigerible. Pero imaginen por un minuto a unos cuantos de esos gacetilleros controlando el país...

Todos al cero. Pelones. ¡Para echarse a temblar!

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_