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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Gregorio Ros, ganador de dos 'goyas' como maquillador

"Es una relación adictiva para los dos. Ninguno puede vivir sin el otro, y sentirse deseado engancha". Así veía Gregorio Ros el estrecho vínculo entre el maquillador de cine, como él fue durante más de dos décadas, y los actores. Los intérpretes necesitan sus manos para construir sus personajes, y su cobijo para desahogarse, y eso es así con la abrumadora cercanía en la que actor y, sobre todo, actriz y maquillador se ven frente a frente, cada mañana, durante las 10 semanas de un rodaje. Ros, que falleció el lunes en Granada, a los 58 años, así lo reconocía en una entrevista para EL PAÍS en abril de 2009. Acababa de recibir el Premio Ricardo Franco por toda su carrera en el Festival de Málaga. Este galardón se sumó a los dos goyas por su labor en sendas películas dirigidas por Fernando Trueba, La niña de tus ojos (1998) y El embrujo de Shanghai (2002).

Nacido en Granada, Ros estudió magisterio, pero lo dejó para vivir en Barcelona, donde cursó maquillaje en la Escuela de Teatro, después de quedar fascinado cuando a él mismo lo transformaron para una obra teatral. Y quizás con el recuerdo de ver cómo su madre, enferma de cáncer, se maquillaba para parecer más sana: "Se cubría la piel y se coloreaba los labios", recordaba Ros.

Después de trabajar vendiendo ropa o de recepcionista en una estación de esquí, se mudó a Madrid y ofreció sus servicios puerta a puerta, con el ánimo de entrar en el mundo de la moda. Consiguió vivir de su pasión, pero volvió a la capital catalana por amor. Allí trabajó en prensa y publicidad y maquilló por primera vez en el cine para la película Carnaval, de Els Comediants. En 1986 le llamaron para hacerlo en Barrios altos, de José Luis Berlanga, con Victoria Abril de protagonista. Con ella comenzó una intensa relación de ocho años. "Nos enamoramos. Porque soy gay", aclaró en 2009, "porque si no, lo mío con Victoria hubiera sido una gran historia de amor". Ella le convenció para volver a Madrid y estuvieron juntos durante el despegue profesional de ambos. "Fue su momento de gran esplendor, con ella entré por la puerta grande al cine. Fue la etapa del superéxito con Almodóvar, de estar en la cresta de la ola...". Así, participó en los rodajes de Mujeres al borde de un ataque de nervios y Tacones lejanos.

Tras filmar Kika (1993), Abril y Ros se distanciaron, una separación tan "dolorosa" para él que le impidió trabajar. Volvió con Mi nombre es sombra (1995), de Gonzalo Suárez, donde se despertó en él un interés por lo espiritual ("no religioso", decía) que le llevó a vivir en Nueva York y en India. Para él siempre había una próxima película.

Gregorio Ros, en Málaga, en 2009.
Gregorio Ros, en Málaga, en 2009.EFE

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