De Sol a Callao
El candidato que llegó con el frío avizora la Puerta del Sol desde su atalaya de Callao. Menos de 500 metros le separan del famoso castillo de Aguirre, y el hombre que dijo no a Zapatero prepara a sus dispersas huestes para el asalto final, dando gracias a Trinidad Jiménez porque, sin su desafío, orquestado desde La Moncloa, hubiera seguido en el limbo, ignorado por el 80% de los madrileños. Tomás Gómez incluye en sus agradecimientos al presidente Zapatero, que primero le nombró y luego le desautorizó y a los voceros de la derecha que le apoyaron para incordiar al primer mandatario y al ministro Rubalcaba, que acuñó una frase que lanzó como un dardo y se transmutó en flor de su campaña electoral. El hombre que dijo no a Zapatero incluye en la lista de sus benefactores a los responsables de La noria, que le acogieron en su plató de las vanidades y a la reportera de Sálvame, que alabó la definición de sus glúteos y su porte atlético.
Cuando Tomás Gómez dijo no a Zapatero muchos hablaron de gesto numantino
Los que le negaron desde dentro para pasarse al bando trinitario desconfían del perdón anunciado y se sienten desamparados, arrojados a las tinieblas, descabalgados de las futuras listas por su flagrante defección. Pero aún no es tiempo de llanto y de crujir de dientes, el magnánimo candidato vive ahora en un paréntesis gozoso y conciliador, pero los que conocen su talante político saben que nunca transigió con los díscolos y aplicó mano dura a los rebeldes. El paréntesis terminará en febrero con la confección de las candidaturas. Cuando salgan las listas, algunos buscarán sus nombres en ellas, como alumnos inquietos después de los exámenes, pero muchos son los llamados y pocos los elegidos para enfrentarse a la desmelenada hidra de la Puerta del Sol.
De Callao a Sol se puede ir por las calles de Preciados o del Carmen. Por Preciados corre el flujo de la vida ciudadana, los tratos del comercio y de la picaresca entre estatuas vivientes y músicos mendicantes; por Carmen, su hermana menor y más discreta, sopla el hálito pútrido de la Inquisición y el desabrido viento de la penitencia. En Callao resuena la frase hueca y suicida del almirante Méndez Núñez, que antes de la batalla que dio nombre a la plaza pronunció la españolísima consigna: "Más vale honra sin barcos que barcos sin honra". España perdió su flota, su honra y sus últimas colonias. En la inútil batalla que Méndez Núñez daba por perdida se sacrificaron en vano muchas vidas, pero el nombre del almirante suicida se labró en el libro de oro de la retórica patriótica plagado de magníficas citas que justifican todas las derrotas y ennoblecen todas las catástrofes. La nave capitana de aquella honrosa armada se llamaba, premonitoriamente, La Numancia.
Cuando Tomás dijo no muchos hablaron de gesto numantino, pero Gómez resurgió de las cenizas anunciadas, mandó a su escuadra a luchar contra los elementos del aparato de Ferraz y venció en unas primarias cainitas que incrementaron el descrédito de su señor, Zapatero, en tierra de nadie que todos quieren para sí y cuanto antes. Cuando el presidente recibió la negativa de Gómez pronunció otra frase que por escueta no alcanzó la celebridad. "Ahora, democracia". No dijo "Siempre, democracia", ni "La democracia es lo primero", ni "Marchemos todos y yo el primero por la senda de la democracia". Dijo "Ahora..." porque no había existido en el antes cuando su dedo de designar seleccionaba a su albedrío, y tal vez no sea necesario volver a recurrir a ella para dirimir cuestiones internas; Zapatero citó a la democracia como un mal menor.
En la primera página de este periódico, el día que anunciaba la victoria de Gómez, en un recuadro mínimo, un miembro de las Juventudes Socialistas Madrileñas proporcionaba un titular inquietante y revelador: "La política habla un idioma distinto del nuestro". Solo los políticos hablan como los políticos, nadie habla ese idioma más allá de sus filas, nadie dice, por ejemplo, "tenemos que redimensionar las infraestructuras del hogar" o "abaratar los costes de producción del presupuesto familiar" o "pienso que tendríamos que flexibilizar nuestras relaciones de pareja para optimizar el balance emocional".
Son 457 metros los que separan Callao de Sol, vía crucis penitencial, travesía de un desierto minado por el enemigo, pero un abismo mayor se abre entre los políticos y sus electores; los políticos necesitan terapia y logopedia, arrepentimiento, dolor de corazón y cumplimiento de la penitencia para que sus pecados les sean perdonados. En el año 2000 y en un artículo publicado en este periódico, la hoy derrotada Trinidad Jiménez daba en el clavo: "Hemos perdido la confianza de una parte significativa del electorado... ¿En qué momento hemos dejado de estar atentos a los cambios que la sociedad demandaba?". Una década después siguen sin saberlo.
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