Preparando la derrota
Es difícil saber si el pasado domingo fue más feliz para Rita Barberá que para Esperanza Aguirre. Tanto monta, monta tanto. Ayer a la presidenta madrileña se la veía exultante felicitando a su futuro contrincante ante las urnas. A Barberá, desplazada a Barcelona para asistir a la reunión de la ejecutiva del PP, los periodistas solo le sacaron una palabra sobre el nuevo candidato socialista a la alcaldía de Valencia: "Fenomenal" (sic).
Tal vez el PSOE esté a punto de recuperar el marxismo, pero será el de los hermanos Marx. De victoria en victoria hasta la derrota final. Ya lo decía Groucho: la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.
Los socialistas valencianos y madrileños han dado un acelerón a su eterna dinámica de perdedores. La prensa y los analistas madrileños han puesto el acento en que Tomás Gómez ha triunfado frente al aparato de Ferraz, lo cual es relativamente cierto porque en un partido federal como el PSOE, en el proceso de primarias (en realidad elecciones internas) para las autonómicas y municipales cuenta más tener el apoyo del aparatito regional que el impulso de la comisión ejecutiva federal. En el PP, aunque no haya primarias, el mecanismo es similar y si no véase por qué Rajoy no se atreve a quitarse de encima a Camps y tampoco se decide a imponer a Cascos en Asturias. Veremos qué hacen Blanco con el alcalde de Benidorm, porque Alarte, con la lealtad y valentía política que le caracteriza, sigue mudo.
La situación de los socialistas madrileños y valencianos es enfermizamente crónica. Llevan veinte años sin ganar unos comicios, cómodamente instalados en la oposición, como esos pacientes ensimismados, que se regodean en una enfermedad contra la que no quieren rebelarse.
Así que lo que ha pasado con Joan Calabuig y Tomás Gómez se asemeja más de lo que a primera vista parece. Ambos controlan sus respectivos aparatitos, es decir, los apetitos de pequeño poder de la militancia censada. Y la militancia censada ha preferido el acomodo interno que les proponían sus jefecillos del aparatito regional que elegir un candidato con mayor proyección social, con el consiguiente riesgo de remover las estructuras internas en las que tan a gusto se encuentran.
Escribía Joan Fuster que las derrotas tampoco se improvisan. Leire Pajín, la sin par estratega del PSOE, aseguraba ayer que la victoria de Gómez no ha dejado "tocado" a Zapatero. Puede que tenga razón: ha dejado hundido a todo el partido. Los periódicos se habían adelantado a señalar que Zapatero perdía la batalla de Madrid, algo que con ser cierto, solo lo es parcialmente. Porque la obstinada realidad es que, de manos de los afiliados socialistas, la izquierda ha renunciado a la victoria en Madrid y en Valencia y prepara su derrota en España. Malos tiempos para la lírica, para la épica y para el sursum corda.
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