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Cuentas al rojo vivo

El plan de ayudas económicas de Irlanda es una idea ingeniosa. El rescate bancario del Gobierno le ha dejado con un déficit presupuestario para 2010 que da ganas de llorar. Pero el coste en metálico estará repartido a lo largo de 10 años, mientras que otros gastos no están incluidos en la deuda nacional. No obstante, si Irlanda puede persuadir a los inversores de que ha limitado sus pérdidas, las maniobras habrán merecido la pena.

A primera vista, el plan parece un modelo de transparencia. El Gobierno va a inyectar otros 6.400 millones de euros en el Anglo-Irish Bank, con lo que el rescate asciende a un total de 29.300 millones. También va a duplicar su apoyo a la Sociedad Constructora Nacional Irlandesa inyectándole otros 2.700 millones de euros.

Dado el nerviosismo de los mercados, el déficit presupuestario resultante este año, del 32% del PIB, es realmente aterrador. Pero Irlanda no tendrá que tomar prestado todo el dinero de golpe. Está recapitalizando los bancos con pagarés que se harán efectivos a lo largo de un periodo de 10 años, lo que le permitirá repartir el coste. Esto explica por qué Irlanda ha pospuesto su siguiente emisión de bonos hasta la primavera, aun cuando sólo ha obtenido 20.000 millones (alrededor del 12,5% del PIB) de los mercados este año.

El Gobierno también está usando juegos de manos para recapitalizar el Allied Irish Bank. Asegurará el aumento de capital de 5.400 millones del prestamista y podría terminar poseyendo más del 80% del banco. Pero, como las acciones son propiedad del Fondo Nacional de Reserva de Pensiones, el coste no se suma a la deuda nacional de Irlanda. Luego está el Organismo Nacional de Gestión de Valores, creado para comprar los préstamos incobrables de los bancos a cambio de bonos que no cuenten como préstamos nacionales. Este acuerdo fuera de balance permitirá que la deuda soberana de Irlanda sea un 25% del PIB menor de lo que podría haber sido de otro modo, según el FMI.

El ejemplo irlandés pone de manifiesto lo difícil que es combinar el coste de las recapitalizaciones de los bancos, que puede que algún día reporten beneficios al venderse, con el gasto gubernamental excesivo. El plan del Gobierno está en su mayoría pensado para tranquilizar a los inversores que quieren certeza sobre el coste de la crisis. Si el rescate económico contribuye a devolverles la confianza, se considerará un éxito. Pero esto no puede ocultar el hecho de que el destino financiero de Irlanda sigue inextricablemente unido al de sus bancos.

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