¿El euro es el culpable?
W. O.
La crisis de la deuda en los países periféricos del euro ha extendido el argumento de que la moneda europea está en el origen del problema. Aunque la burbuja inmobiliaria también ha afectado a países como Estados Unidos o Reino Unido, el gigantesco peso de la construcción en Irlanda y España ha puesto a la moneda europea en el disparadero.
"Entrar en el euro trajo el caos a la economía irlandesa. Nos ha traído una enorme inflación de los activos y de los precios, pérdidas de competitividad, un déficit por cuenta corriente enorme y la burbuja inmobiliaria", sostiene David McWilliams.
"Lo que ha ocurrido en Irlanda es semejante a lo que pasó en la España del siglo XVI con el oro de América. Provocó una hiperinflación y los españoles dejaron de producir manufacturas porque tenían todo ese oro de las Indias. A Irlanda le ha pasado lo mismo con todo ese dinero barato despilfarrado en casas y artículos de lujo", explica McWilliams.
Mientras los alemanes ahorraban, los irlandeses gastaban: en los últimos cuatro años del boom, los bancos irlandeses tomaron prestados 127.000 millones de euros de la banca alemana.
"La culpa no la tiene el euro. La tienen los gobiernos irlandés y español, que lo han gestionado mal y han desperdiciado una gran oportunidad", asegura John Fitz Gerald, del ESRI. "El euro ha dado la oportunidad de acceder a capital a costes más bajos. Irlanda y España necesitaban muchas más viviendas, pero no en las zonas turísticas. Nosotros publicamos una serie de alertas sobre la necesidad de endurecer la política fiscal. En 2001 recomendamos introducir un impuesto al pago de los intereses de las hipotecas para disuadir la compra de casas. Pero el Gobierno ignoró los avisos. Estaba muy claro desde 2003 que la economía llevaba una dirección peligrosa", añade.
La burbuja inmobiliaria se podía haber evitado con medidas fiscales, "pero no lo ha hecho nadie", subraya McWilliams. "Nosotros no lo hemos hecho, los españoles tampoco, ni los griegos tampoco, ni los portugueses. La única forma de que funcione el euro es a través del federalismo fiscal y una verdadera integración política. A mí me gustaría que pasara eso, pero nadie lo quiere en Europa. Hay un límite a la integración europea", concluye.
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