El Atlético despierta a tiempo

La falta de pericia de la delantera y la falta de criterio de Raúl García en la construcción comprometieron de nuevo a un Atlético que volvió a olvidarse de la primera parte, que tiró por la borda sin complejos, y al que le cuesta horrores defender la corona sin el Kun. Ausente Agüero de la convocatoria, un síntoma del impacto que le provocó Gurpegi con los tacos, el cuadro de Quique Flores se tuvo que conformar con un empate que aúpa al Leverkusen y deja en tierra de nadie a los rojiblancos en una liguilla que se le está atragantando. El campeón se quedó a medias porque chocó una y otra vez con el muro que Heynckes se sacó de la manga desde el orden y concierto de Hyypia y Friedrich, la celeridad de Vidal y las diagonales vertiginosas de Barnetta y Derdiyok. Al igual que a España en el Mundial, el tándem suizo metió en un atolladero al defensor del título, que solo reaccionó con el agua al cuello.

Tras una primera parte áspera en la que el Leverkusen se adelantó porque fue más persistente y obtuvo el premio en una acción en la que Barnetta sacó desde el córner, Hyypia remató al poste y Derdiyok embocó el cuero, Quique Flores redibujó el equipo con la entrada de Fran Mérida y Tiago tras el descanso. Forzado en el marcador y acogotado por el vértigo del Bayer, que dificultaba la salida limpia del Atlético, el técnico ignoró la jerarquía del mejor jugador del Mundial y le sentó en el banquillo. El equipo lo agradeció, porque Forlán lleva cuatro partidos irreconocible y porque Mérida alteró el equilibrio del Bayer y aportó más llegada desde la mediapunta. Su efecto fue tan inmediato que en una de sus llegadas Hyypia se pasó de frenada y le arrolló dentro del área. Simão, que se siente dichoso y anda sobrado de gasolina en un buen inicio de temporada, agarró el balón y lanzó el penalti ajustándolo tanto que lamió el poste, demasiado lejos de Adler.

El empate alivió las prisas del Atlético, que con cinco centrocampistas y Diego Costa de boya se apoderó de la pelota y empezó a meterle mano a las triquiñuelas de Heynckes, que en la primera parte había colapsado el ataque rojiblanco colocando por delante de los centrales a Reinartz. Descubierto el invento, la escuadra del Manzanares se dispuso manos a la obra: Tiago aceleró el ritmo pesado con el que se empezó la noche y abrió el campo a los desmarques de Mérida, Reyes y Simão por las bandas y los pasillos interiores. El brillo del equipo mejoró y se multiplicaron las ocasiones, que llegaron de todos los colores y rondaron el arco de Adler. Pero la efectividad del Atlético en Europa dista mucho de la de la Liga, como demostró Reyes, que a puerta vacía falló un gol que Ujfalusi le había servido en bandeja en un centro bombeado al segundo palo. El extremo lo remató muy desviado, tan desatinado como Diego Costa en la ejecución, y la respuesta del campeón se quedó a medio camino.