Pasarela de 'malayos'
Decenas de curiosos siguen en Málaga el juicio a la trama corrupta
Procesados y abogados, por el medio, el resto por los laterales. La mayor parte de los 95 procesados del caso Malaya, la mayor trama de corrupción investigada en España, accedió a la primera sesión del juicio por una pasarela que recordaba a la alfombra roja de un festival de cine. La policía acordonó para ellos más de la mitad de la entrada de la Ciudad de la Justicia malagueña. Los tramos de escaleras, las decenas de cámaras de televisión y fotógrafos, y la expectación de los curiosos, hicieron el resto.
A las 9.08, una nube de fotógrafos y cámaras de televisión se desplazó acera abajo hasta engullir a un hombre trajeado. Era el constructor cordobés Rafael Gómez, apodado Sandokán por su melena cana y sus ojos azules profundos. Apenas un rato después, a las 9.20, aparecía la ex teniente de alcalde Isabel García Marcos, en cuya casa la policía halló 378.000 euros en billetes de 500, supuestamente entregados por el ex asesor urbanístico marbellí Juan Antonio Roca. García Marcos, expulsada del PSOE tras apoyar en agosto de 2003 la moción de censura que derrocó al entonces alcalde Julián Muñoz, hizo que la aglomeración de fotógrafos se desplazara más rápido.
Los familiares que no entraron en la sala vieron el juicio por una pantalla
El pasillo, delimitado con cinta policial, hacía prácticamente imposible esquivar los flashes. Los acusados menos célebres -empresarios o abogados- se escaquearon por los flancos. Unos 300 periodistas están acreditados para el juicio. Alrededor de un tercio, sobre todo cámaras de televisión y fotógrafos, pasaron la mañana en la puerta.
A las 11.30, Julio, encargado del servicio de limpieza, pasaba la escoba por la entrada. "Noto a la gente muy nerviosa, pero esto está igual de sucio que siempre", contaba. A su espalda, la periodista del corazón María Patiño intervenía en directo en un magacín de la mañana. "Pon Antena 3, que estoy al lado de la Patiño", pedía un curioso a su interlocutor a través del móvil.
En el interior del edificio, la organización del juicio colocó a los periodistas en dos zonas. En primera fila, más cerca de las pantallas, la prensa tradicional, atentos a las estrategias de los abogados para tratar de anular las actuaciones. Al fondo, reporteros de los programas de entretenimiento, interesados en arrancar una declaración victimista de Marisol Yagüe y el penúltimo desplante de Julián Muñoz.
La vista se celebró en una sala con sólo 40 plazas para público. Se llenó muy rápido. Como hubo familiares de procesados que se quedaron fuera, la Audiencia dispuso que se pudiera seguir desde la pantalla de uno de los pasillos. Los allegados eran los únicos que no se movían del asiento. Abogados, citados por otros procesos y funcionarios de justicia desfilaban por la zona, se detenían unos minutos, y seguían con sus quehaceres. "Esta chica lo hace muy bien", decían de Rocío Amigo, abogada de Roca. "¿Qué divertido no? Cuando nos aburramos nos venimos aquí", comentaba un abogado a un colega.
"Lo único que se ve son los imputados con el cogote hincado, y a excepción de Pedro Román o de Yagüe y García Marcos, que están sentadas juntas, se aprecia poco", relataba una de las afortunadas que accedió a la sala antes de que colgaran el cartel de completo. "Merece la pena, porque la sala, con tantos abogados y el tribunal, impresiona mucho", añadía. A mediodía, tocó receso. Solo Sandokán se atrevió a ir a la cafetería con su esposa. El resto de los célebres se quedó en la puerta de la sala.
La última parte de la vista contó con el testimonio de Francisco Pastor, uno de los letrados de Roca. Habló desde su posición de abogado, pero con el dolor de un imputado. "Mi nieto me dijo que salgo en Internet y le pregunté: '¿Qué dicen de mí? ¿Que soy un chorizo?'. Me contestó que no, que soy un malayo".
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