Y llegó la Sardá
La Sardá. Así, sin más palabras: cinco letras para definir toda una leyenda de la interpretación, que este año ha recibido la medalla de oro de la Academia del Cine. Por eso, la institución está proyectando un ciclo sobre Rosa María Sardá. Y el jueves, a las 19.00, en la sede de la Academia (Zurbano, 5), Anita no pierde el tren demuestra el talento de la catalana, que bien vale para el drama o, en este caso, para la comedia, para convencer al espectador de que una taquillera de cine puede enamorar al obrero que maneja una excavadora (José Coronado) con un poco de humor y un bastante de ojitos.
Ventura Pons exprime a Sardá, y ella se deja exprimir en un título con innumerables referencias cinematográficas, que reniega del vistazo melancólico al pasado y que apoya la risa como elixir de la eterna juventud. Anita no pierde el tren juega a la Barcelona de antes y a la de ahora, a los diálogos incisivos y a la vez exasperantes, pero sobre todo, es la rendición incondicional de un cineasta (Pons) ante la bestialidad interpretativa de su estrella. Al finalizar la proyección, habrá coloquio con Sardá y Pons.
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