El secesionista De Wever agita el pasado nazi en Bélgica
Bart De Wever, líder de la separatista Nueva Alianza Flamenca (N-VA), el partido más votado de Bélgica, sin el que no se puede formar Gobierno en el país, ha irrumpido como un elefante en una cacharrería en el delicado proceso de negociaciones reprochando a los valones que limiten la culpa del colaboracionismo belga con la Alemania nazi a los flamencos y que oculten sus propias vergüenzas históricas.
De Wever ha celebrado por todo lo alto, con una tribuna en el diario neerlandófono De Standaard, los 100 días sin Gobierno en Bélgica tras las elecciones del 13 de junio, cuando resulta crucial que los valones francófonos tengan un mínimo de confianza en De Wever.
Pero el líder político e historiador de formación no contribuye a aplacar los ánimos. Herido por un reciente reportaje en una televisión francófona en el que se evocaba el colaboracionismo con el ocupante nazi del partido en que militó su abuelo, De Wever arremete contra el "mito valón de que la colaboración fue esencialmente una cosa de los flamencos mientras la Bélgica francófona resistía con valor".
El jefe de la N-VA expone que "las investigaciones históricas sobre el colaboracionismo francófono han sido someras" en contraste con lo ocurrido en Flandes.
Los nacionalistas flamencos se alinearon en las dos guerras mundiales con Alemania por estimar que con el apoyo del Reich les sería más fácil desprenderse del yugo belga. Un historiador, Francis Balace, recuerda en las páginas del diario Le Soir que mientras el partido del abuelo de De Wever contaba con unos 100.000 afiliados, los rexistas de Leon Degrelle, protegido luego por Franco y muerto en España, apenas llegaban a los 10.000.
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