Clásicos contemporáneos
Un rally de vehículos históricos revive los setenta por las carreteras de Melide
Hay una pasión por el automovilismo que va más allá de los avances tecnológicos o las motorizaciones más potentes y sofisticadas. Es esencia y tradición, historia, recuerdo y presente gracias a las competiciones que mantienen a los clásicos en la carretera. Más de 60 pilotos pasaron este fin de semana por Melide, Toques y Sobrado al volante de coches de otra época.
No era un paseo, había prestaciones porque las monturas eran tan venerables como poderosas. Eran coches que marcaron época en el mundo de los rallies y que reviven gracias a una Copa de España en la que por primera vez se integra el Rali Terra de Melide-Camiño de Santiago. Lo hace tras una primera edición, en 2009, que sirvió para retomar una modalidad que tiene un cierto auge en otros países y que tuvo un efímero campeonato gallego cancelado hace diez años.
Pilotar un coche de 30 años es volver a la tracción trasera sin dirección asistida
"Estoy más nervioso que antes de la final de la Champions", bromea Cañizares
Al final no deja de ser, para casi todos, un pasatiempo. "En realidad es como mezclar dos aficiones en una", apunta Sergio Vallejo, lucense de Meira y vigente campeón de España de rallies de asfalto. Le plantearon acudir a Melide a los mandos de un Ford Escort setentero y no dudó. "Compaginas la afición por los coches históricos y su restauración con la competición. Es una oportunidad de revivir momentos pasados, un divertimento".
Vallejo disfrutó de una conducción diferente de la que acostumbra, de un impasse en una temporada complicada tras su ruptura con el equipo que dirige Luis Moya. Pilotar un coche de hace 30 años es regresar a la tracción trasera y a la ausencia de dirección asistida, a las reacciones bruscas de máquinas sin domesticar por la electrónica. "Antes influía más el nivel del conductor que ahora. Hoy cualquiera sin ser un figura puede ir muy rápido", reflexiona Vallejo.
Continúan vigentes valores como frenar un segundo después de lo que indica el sentido común y acelerar antes de lo que marca la lógica, pero quizá sea esa prevalencia de las manos sobre otros factores lo que anima a que apasionados del motor se apunten a los históricos. Y lo que sorprende a los espectadores, que en lugar de ver una conducción sobre rieles redescubren los derrapajes. "Los motores son los de su época, pero las medidas de seguridad son las actuales", explica Javier Anido, integrante de la comisión organizadora del rally de Melide. Cualquier mecánico con pericia puede animarse a preparar un coche veloz, por más que el dinero siga marcando diferencias. En Melide fueron mayoría los Ford Escort, una alhaja que abunda en Gran Bretaña y que se puede importar por unos 20.000 euros. "De todos modos, uno al nivel máximo de evolución puede salir por un coste seis veces superior", aclara Anido. Toño Sáinz, hermano del gran Carlos, paseó por la tierra del pulpo uno de esos coches. No le bastó para superar a Jesús Ferreiro, piloto local, que junto a su copiloto Martín Segade se llevó la victoria. Involucrado también en la organización, Ferreiro paladeó la sensación de que en la cuneta todo resultara correcto. Semanas antes organizaron hasta una verbena para recaudar fondos. Al final movilizaron a más de 100 personas y precisaron unos 100.000 euros, un esfuerzo que encontró eco sobre todo en un espectacular tramo nocturno por las calles de Melide. "Queríamos acercar la prueba al pueblo", explica Anido. Por allí pasaron los Escort, pero también los Mini, algún Opel Manta, los veteranos Porsche o el mítico 1430.
Hubo diferencias e incluso se dividió a los participantes en dos categorías, la de velocidad y la de resistencia, reservada a quienes no quieren arriesgarse a un golpe o una costosa avería. Sólo un motor puede salir por 30.000 euros. Los más potentes pueden dar hasta 265 caballos, pero niquelar el coche puede convertirse en una cara afición. Millares Autosport ofrece a todos aquellos interesados con licencia la opción de competir por poco más de 2.000 euros en una prueba de la Copa de España a los mandos de uno de los Ford Escort similares a los que pilotó el mítico Antonio Zanini.
Se trata, en todo caso, de una elección personal como la de Santi Cañizares, guardameta internacional devenido en comentarista y en asiduo de estas competiciones. Coleccionista de vehículos, es capaz de salir el jueves a las tres de la madrugada desde Valencia y recorrer solo 900 kilómetros con un Renault Alpine en el remolque. "Estoy más nervioso que antes de la final de la Champions", bromeó horas antes de lanzarse por las calles de Melide. Cañizares quedó fuera de carrera en el cuarto tramo; Vallejo en el quinto.
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