"He renunciado a ser Papa"
Pregunta. Un cura, Defensor del Pueblo. ¿Es para fiarse?
Respuesta. Yo creo que sí. Depende del cura, claro.
P. Y lleva 14 años. ¿No le despegan ni con agua caliente?
R. Lo que pasa es que me han ido reeligiendo. ¿Hasta cuándo? Pues no lo sé.
P. Se deja querer.
R. Yo tengo capacidad para sufrir.
P. Todos los partidos le aplauden. ¿No le mosquea tanta unanimidad?
R. Sí, a veces me mosquea [ríe], me hace que me interrogue: ¿lo estaré haciendo tan mal que a todo el mundo le parece bien? Otras veces creo que por fin han encontrado una persona realmente independiente.
P. ¿Da usted al César lo que es de Dios, como temía el obispado de Cádiz?
R. Hubo reticencias, sí. Yo le doy al ser humano cuando puedo lo que me pide.
P. ¿De qué se quejan los andaluces?
R. Hoy he tenido una familia que ha perdido a su hija, según dicen, por un fallo médico; muchos temas relacionados con medio ambiente; he tenido a la Asociación Andaluza de Fotógrafos. ¿De qué se queja la gente? En el último año, de no poder pagar la hipoteca. Ahora, de no poder pagar la luz, el agua...
P. ¿Vienen al confesor?
R. De alguna manera, sí. Pero la gente no intelectualiza si eres cura o no. Sabe que estás por ellos.
P. ¿Su norte y guía es Enrique Múgica?
R. Mi norte y guía es Jesucristo. Interpretado desde la teología de la liberación, claro. A Enrique le tengo mucho cariño, y nos llevamos muy bien.
P. Dice que los políticos se ponen muchas medallas. ¿Usted se considera fuera de la política?
R. Fuera del partidismo. Fuera de la política, no.
P. ¿Los políticos son unos frívolos?
R. Los políticos últimamente son muy aburridos. Deberían decir cosas con más gracia, y no tener tanta crueldad lingüística.
P. ¿Alguno especialmente aburrido?
R. Casi todos. No tengo un aburrido preferido. Sé que la situación no está para risas, pero lo sobrellevaríamos con más estilo. Era simpático el de la mochila, José Antonio Labordeta.
P. Dicen que su talón de Aquiles es ser tan pinturero. Lo que le gusta figurar.
R. Eso lo dirá gente que me quiere más de la cuenta. El Defensor tiene que aparecer como la figura que denuncia los problemas de la población. Yo evito ir a actos en los que no hago nada, salvo figurar.
P. Pero va atildado y cuidadito. ¿Está usted en la línea Vaticano fashion?
R. No. Estaría más en la línea italiana fashion [ríe].
P. En cualquier caso, es más Armani que Zara.
R. No tengo yo precisamente a Armani de cabecera. Actualmente voy a Caramelo, Massimo Dutti, alguna vez he comprado algo de Armani, y otras no sé ni la marca. Si me gusta, me lo pongo.
P. En lo ideológico, tampoco parece estar en la moda Santa Sede.
R. Evidentemente. Yo estoy más en la cuerda de Ion Sobrino y compañía. Aunque soy muy respetuoso con personas que piensan diferente.
P. Estudió en la Universidad Gregoriana, como 14 Papas. ¿Puede caerle algo en ese terreno?
R. Mi generación no está de moda para esos cargos. Y los de mi perfil, menos. He renunciado a ser Papa.
P. ¿Benedicto tiene duende?
R. No. Yo creo que es un Papa de transición. Y es muy serio y muy alemán.
P. ¿Sus inmigrantes y toxicómanos son más o menos de fiar que un ramillete de monseñores?
R. La cárcel y la marginación son el mundo. Los monseñores están muy distantes del mundo.
P. ¿Cuál ha sido su mejor escuela?
R. La calle. He sido hombre de despacho, y he dedicado mucho tiempo a investigar temas históricos. Pero en la calle fue donde cambió mi vida.
P. "Conozco las cárceles mejor que mi casa". ¿Porque tiene antecedentes penales?
R. No, pero tal como va la cosa es muy probable, porque el Código Penal, la Ley de Seguridad Vial, la de Violencia de Género... Todo parece orientado a mandar a la gente a la cárcel, más que en sentido preventivo.
P. Le llaman "el cura de la droga". ¿Hay alguna que no haya probado?
R. Al inicio de todo esto nos dieron a probar todas, con control médico. No he probado las de síntesis, ni me interesan.
P. ¿Cómo anda de pecados capitales?
R. No tengo ni tiempo de tenerlos. Mi vida es muy acelerada, y cuando llego lo que hago es dormir. Lo que debería ser un pecado capital es trabajar tanto.
P. ¿Peor la soberbia o la lujuria?
R. La soberbia. Es la destrucción de los demás y la autodestrucción.
P. Además de escribirlo, en el pasado hizo teatro. ¿Lo aprendió en la Curia?
R. Antes. La Curia ya me remató como actor [risas].
Perfil
Tiene 60 años y una larga trayectoria de ayuda a los marginados. Socarrón e irónico, parece muy de vuelta de las cosas. Estuvo a punto de entrar en la escuela diplomática vaticana, pero un yonqui le cambió la vida. Ahora dice ser feliz con su conciencia. Lee y escribe teatro y poesía,
y le encanta el flamenco, la ópera y el rock sinfónico.
Su padre era cantaor. ¿Él no canta ni misa? "No canto ná.
Y digo misa cuando puedo".
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