Otro coleccionismo es posible
El Artium adquiere en depósito una parte de la colección Ipiña-Bidaurrazaga - Supone una de las mejores muestras del arte vasco de los últimos 60 años
"El arte no tiene liquidez", advirtió ayer en el Artium Alberto Ipiña, propietario junto con su esposa Begoña Bidaurrazaga, de una de las colecciones de arte vasco más interesantes de los últimos 60 años. Se refería el coleccionista a los motivos que le han llevado a atesorar más de 400 obras que recorren la creación vasca desde referencias del renombre de Nestor Basterretxea hasta jóvenes promesas como Mikel Eskauriaza. Ayer se formalizó la cesión de 54 piezas en depósito en el centro de arte de Vitoria.
Bidaurrazaga e Ipiña representan al aficionado que todo artista desearía conocer: alguien que, más allá de diletantismos y pelotazos, se interesa por la creación por sí misma y adquiere, en la medida de sus posibilidades, obras de arte. Lo resumió Alberto Ipiña en la presentación de esta cesión al Artium. "El coleccionismo tiene varios niveles: en primer lugar, museos e instituciones, que cuentan con infraestructura y presupuesto para conformar colecciones poderosas; luego están los que tienen mucha pasta, que son más bien inversionistas; en tercer lugar, los directores de galerías o centros de arte, siempre bien informados; y luego, los que, como mi mujer y yo, ni viajamos ni nos vamos de "jamada" y que con ese dinero adquirimos una modesta colección".
Los donantes tienen bibliografías de los autores de su amplia obra
Lo cierto es que la antología de esta pareja bilbaína, a tenor de la pequeña selección que ayer se presentó, tiene poco de modesta. Además de los citados, también cuenta con obras de Darío Urzay, Txomin Badiola, Amable Arias, Ortiz de Elgea, Ruiz de Infante, Andoni Euba o José Antonio Sistiaga, uno de sus predilectos. "Es un pintor de primera fila, aunque la fama internacional la ha alcanzado con sus películas", explicó quien cuenta con algunos celuloides únicos del creador guipuzcoano.
La afición de Ipiña viene de lejos. "Siempre me ha gustado coleccionar, por ejemplo, tengo más de 3.000 vinilos, con discos de Jimi Hendrix o Janis Joplin, adquiridos cuando no se vendían aquí". Pero el arte era, además, su pasión. Habitual del Museo de Bellas Artes de Bilbao desde su infancia, es uno de los fijos en cualquier inauguración de exposición en Euskadi. Desde el Artium a Getxoarte, de la galería Windsor a la última muestra de la Facultad de Bellas Artes, su asistencia está asegurada.
"Esa es la clave de esta colección", explicó Alberto Ipiña, que ha entablado una relación casi fraternal con los creadores desde su juventud, hasta el punto de atesorar una completa bibliografía de cada artista. En el Artium se exhiben, por ejemplo, sendas obras tempranas de los consagrados Dario Urzay o Txomin Badiola, de los años ochenta, "que hoy ya no podría adquirir", aseguró.- Todo comenzó hacia 1984. Alberto Ipiña y Begoña Bidaurrazaga decidieron "llenar las paredes de casa de cosas bellas". El propósito se fue complicando hasta el punto de que estos aficionados al arte atesoran más de 400 obras que, tras valorar otros destinos, han cedido al Artium, donde se catalogarán y se presentarán en exposiciones propias y ajenas.
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